VATICANO,
Tras la oración de las Vísperas de ayer, el Papa Benedicto XVI se dirigió al Cementerio Militar Polaco, donde están enterrados soldados caídos en las batallas de mayo de 1944 en Montecassino, durante la Segunda Guerra Mundial. Allí encendió una vela y rezo la siguiente oración por los caídos de todas las guerras y naciones:
"Dios, Padre nuestro, Fuente inagotable de vida y de paz, Acoge en tu abrazo misericordioso A los caídos de la guerra que arrasó este lugar, A los caídos de todas las guerras que han ensangrentado la tierra. Concédeles que gocen de la luz que no se apaga.
Que en el reflejo de tu claridad Ilumina la buena conciencia de todo hombre y toda mujer de buena voluntad Tú que en Tu Hijo Jesucristo has dado a la humanidad que sufre Una gran prueba de tu amor por nosotros, Tú que en Cristo nuestro Señor Pusiste la señal de un sufrimiento que no es nunca inútil, Sino que es fecunda de tu fuerza redentora.
Concede a los que en el mundo sufren todavía Por el odio ciego de guerras fratricidas, La fuerza de la esperanza sin ocaso, El sueño de una civilización del amor definitivamente realizada, El valor de una acción de paz real y diaria. Danos a tu Espíritu Paráclito Para que los hombres y las mujeres de nuestra época Comprendan que el don de la paz Es mucho más precioso que cualquier otro tesoro corruptible.
Y que mientras esperamos el día sin ocaso Todos estamos llamados a ser artífices de paz para el mañana de tus hijos. Haz de todos los cristianos testigos más convencidos de la vida Como don inestimable de tu amor, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".
Tras esta visita el Papa se dirigió a la explanada Pax de la abadía de Montecassino y después de saludar a las autoridades que lo habían recibido por la mañana emprendió en helicóptero el vuelo de regreso al Vaticano, donde aterrizó a las 07:30 p.m.