VATICANO,
Al presidir el rezo del Regina Coeli, el Papa Benedicto XVI agradeció a Dios por haber podido llevar a cabo "este viaje apostólico tan importante" y a todos los que han colaborado para que este acontecimiento se realizara con éxito: al patriarca latino, a los pastores de la Iglesia en Jordania, Israel y los Territorios palestinos; a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa; a las autoridades civiles de los tres países; a los organizadores y a las fuerzas del orden.
Ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, el Pontífice agradeció de corazón a los sacerdotes, religiosos y laicos y a cuantos le han acompañado, sostenido y acogido con sus oraciones en esta peregrinación. "Esta peregrinación a los lugares santos ha sido también una visita pastoral a los fieles que viven allí, un servicio a la unidad de los cristianos, al diálogo con los hebreos y a la construcción de la paz"en una tierra que es "símbolo del amor de Dios por su pueblo y por toda la humanidad, es también símbolo de la libertad y de la paz que Dios quiere para todos sus hijos".
La historia de ayer y la de hoy, agregó el Santo Padre, muestra que precisamente "aquella Tierra se ha convertido también en símbolo de lo contrario, es decir, de divisiones y de conflictos interminables entre hermanos", una situación que "tiene que interpelar nuestro corazón, cuando sabemos que un misterioso diseño de Dios concierne aquella Tierra, donde Dios ha mandado a su Hijo como víctima de expiación para nuestros pecados".
Según el Pontífice, Tierra Santa se ha convertido en sí misma casi en metáfora de la revelación: "Un quinto Evangelio, como alguien la ha llamado, que por su misma historia puede ser considerada un microcosmos que resume en sí misma el fatigoso camino de la humanidad hacia el Reino de justicia, de amor y de paz", indicó.
Antes de concluir el rezo del Regina Coeli, Benedicto XVI se refirió a las martirizadas tierras de Sri Lanka, aseguró su afecto y cercanía espiritual a todos los civiles que se encuentran sufriendo en la zona de los combates en el norte del país.
"Se trata de miles de niños, mujeres, ancianos a los que la guerra ha usurpado años de vida y de esperanza", afirmó el Papa y llamó a los beligerantes para que faciliten la evacuación. "Pido además a las instituciones humanitarias, comprendidas las católicas, que hagan todo lo posible para resolver las urgentes necesidades alimentarias y médicas de los prófugos", agregó.