NAZARET,
El Papa Benedicto XVI llegó esta mañana a Nazaret donde celebró una Misa en el Monte del Precipicio. En su homilía recordó el testimonio de la Sagrada Familia y pidió a la humanidad reapropiarse de la verdad fundamental de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer.
En la Eucaristía, el Santo Padre clausuró el Año de la Familia organizado por la Iglesia Católica en Tierra Santa, y afirmó que siguiendo el ejemplo de María, José y Jesús "podemos apreciar todavía más la santidad de la familia que, en el plan de Dios, se basa en la fidelidad para toda la vida de un hombre y una mujer, consagrada por el pacto conyugal y abierta al don de Dios de nuevas vidas".
"¡Cómo necesitan los hombres y mujeres de nuestro tiempo reapropiarse de esta verdad fundamental, que es el fundamento de la sociedad, y qué importante es el testimonio de las parejas casadas para la formación de conciencias maduras y para la construcción de la civilización del amor", indicó.
"En la familia –agregó el Papa– todos, tanto el niño más pequeño como el padre más mayor, se consideran por lo que son y no sencillamente como un medio para otros fines. Así, empezamos a percibir algo sobre el rol esencial de la familia como primera piedra para la construcción de una sociedad bien ordenada y acogedora. Y podemos también apreciar, dentro de una sociedad más amplia, el papel del Estado llamado a sostener a las familias en su misión educativa, a proteger la institución de la familia y sus derechos naturales y también a garantizar que todas vivan y florezcan en condiciones dignas".
El Papa señaló que en la ciudad de la Anunciación es inevitable pensar en María, la "llena de gracia", y subrayó que "Nazaret nos recuerda el deber de reconocer y respetar la dignidad y la misión que Dios concedió a las mujeres, al igual que sus carismas y talentos particulares".
"Tanto como madres de familia, como vital presencia en la fuerza de trabajo y en las instituciones de la sociedad, en la llamada particular a seguir al Señor a través de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, las mujeres tienen un papel indispensable para crear esa ‘ecología humana’ que el mundo, y esta tierra, necesitan con urgencia: un ambiente donde los niños aprendan a amar y apreciar a los demás, a ser honrados y respetuosos con todos, a practicar las virtudes de la misericordia y el perdón", explicó.