JERUSALÉN,
Al presidir esta tarde (hora local) la Eucaristía en el Valle de Josafat que se encuentra frente al Monte de los Olivos –en donde Jesús rezó antes de ser apresado y crucificado– el Papa Benedicto XVI resaltó la vocación universal de Tierra Santa aseguró que allí "¡hay lugar para todos!" y por lo tanto no hay razón para prejuicios de ningún tipo.
Luego de explicar que las palabras de San Pablo en la lectura de los Colosenses en donde anima a "buscar las cosas de arriba, en donde Cristo está sentando a la derecha de Dios", resuenan "con particular fuerza aquí, bajo el Huerto de Getsemaní, en donde Jesús aceptó el cáliz del sufrimiento en completa obediencia al Padre", el Papa resaltó que las palabras del Apóstol de Gentes deben "resonar constantemente en nuestros corazones. Sus palabras nos señalan el cumplimiento de las antiguas profecías, en las que Dios enjugará las lágrimas de todos los ojos y preparará un banquete de salvación para todos los pueblos".
"Esta es la esperanza, esta es la visión, que inspira a quienes aman esta Jerusalén terrena a mirarla como una profecía y una promesa de la reconciliación y paz que Dios desea para toda la familia humana. Tristemente, dentro de las paredes de esta misma Ciudad, podemos ver lo lejos que estamos de darle cumplimiento a esta profecía y promesa".
En Jerusalén, dijo el Papa, "donde la vida conquistó a la muerte" la esperanza "sigue batallando contra la desesperanza, la frustración y el cinismo, mientras que la paz que es un don de Dios y el llamado que hace a ella, sigue estando amenazado por el egoísmo, el conflicto, la división y el peso de los errores pasados".
Tras precisar que por estas razones la comunidad cristiana debe ser luz para todos, Benedicto XVI resaltó que como "microcosmos de nuestro mundo globalizado, esta Ciudad debe vivir su vocación universal, tiene que ser un lugar en donde se enseñe la universalidad, el respeto a los otros, el diálogo y el mutuo entendimiento, un lugar en donde el prejuicio, la ignorancia y el temor que lo alimentan, sean vencidos por la honestidad, la integridad y la búsqueda de la paz".
Seguidamente el Pontífice lamentó que muchos cristianos hayan tenido que dejar Jerusalén ya que esto genera "un gran empobrecimiento espiritual y cultural de la Ciudad. Hoy quiero repetir lo que he dicho en otras ocasiones: ¡En Tierra Santa hay lugar para todos! Mientras aliento a las autoridades a respetar y apoyar el valor de la presencia cristiana aquí, quiero asegurarles la solidaridad, el amor, el apoyo de toda la Iglesia y la Santa Sede".