JERUSALÉN,
En su discurso en la visita de cortesía al Presidente de Israel, Shimon Peres, el Papa Benedicto XVI hizo un especial llamado a los habitantes de Tierra Santa a trabajar por la seguridad y la paz en la región, que son sellados por "la conversión de los corazones".
En el Palacio Presidencial, el Santo Padre señaló al iniciar su discurso que "mi peregrinación a los santos lugares es de oración por el precioso don de la unidad y la paz para el Medio Oriente y toda la humanidad. De hecho, rezo cotidianamente para que la paz nacida de la justicia regrese a Tierra Santa y a toda la región, trayendo la seguridad y la renovada esperanza para todos".
Luego de exhortar a los líderes religiosos presentes en la residencia el mandatario a ser testimonio de que "el Todopoderoso está presente y puede ser conocido incluso cuando parece estar fuera de nuestra vista", el Santo Padre los instó a "ser conscientes de que cualquier división o tensión, cualquier tendencia a la introversión o a la suspicacia entre los creyentes o entre nuestras comunidades, puede llevar fácilmente a la contradicción que oscurece la unidad del Todopoderoso, traiciona nuestra unidad y contradice a Aquel que se revela como ‘abundante de amor y fidelidad’".
Seguidamente alentó a estos líderes a "hacerse la resolución de asegurar a través de la enseñanza y la guía de nuestras respectivas comunidades para asistir así a los creyentes para que lo sean verdaderamente, conscientes siempre de la infinita bondad de Dios, la inviolable dignidad de toda persona humana y la unidad de toda la familia humana".
El Santo Padre explicó luego que las Sagradas Escrituras "nos presentan un entendimiento de lo que es seguridad. De acuerdo a la usanza judía la seguridad –batah– surge de la confianza y se refiere no solamente a la ausencia de amenazas sino también al sentimiento de calma y autoconfianza. En el libro del profeta Isaías leemos sobre un tiempo de bendición divina". "La seguridad, la integridad, la justicia y la paz. En el designio de Dios para el mundo, estas son inseparables. Lejos de ser simplemente productos del esfuerzo humano, son valores que surgen de las relaciones fundamentales de Dios con el hombre, y son patrimonio común en el corazón de cada individuo", precisó.
Benedicto XVI explicó después que los "líderes cívicos y políticos deben asegurar una justa y adecuada seguridad para las personas por quienes han sido elegidas para servir. Este objetivo forma parte de la correcta promoción de los valores comunes a la humanidad y por ello no pueden entrar en conflicto con la unidad de la familia humana".