ROMA,
Giovanni Maria Vian, Director de L'Osservatore Romano, publicó un artículo en la revista italiana "Vita e pensiero" en el que describió como a lo largo de su pontificado el Papa Benedicto XVI siempre ha buscado acercarse a través del diálogo y gestos concretos a los judíos; ante el inminente inicio de su viaje a Tierra Santa.
En el texto titulado "Ratzinger y el judaísmo", Vian precisa que pese al revuelo mediático como consecuencia del levantamiento de la excomunión a los obispos lefebvristas, este hecho "tuvo también efectos positivos" como la carta que el mismo Santo Padre escribiera a los obispos católicos de todo el mundo sobre el asunto, "que permanecerá como uno de los documentos más importantes de su pontificado".
Seguidamente Vian comenta que es necesario "vivir y pensar de un modo nuevo la relación con el judaísmo, incluso si eso llevase a una conciencia tal vez de las diferencias, ya que estas deben asumirse en el respeto y siempre considerando las afinidades interiores".
Vian prosigue su artículo explicando que "la opción de tener nuevas relaciones con los judíos, madurada en la primera mitad del Novecientos, debe mucho a los gestos de corazón de Juan XXIII, a las decisiones (en general desconocidas) de Pablo VI y sobre todo al pontificado de Juan Pablo II, que en este sentido cumplió pasos decisivos, dictados por una extraordinaria pasión".
Esta línea, continúa, "ha sido confirmada por Benedicto XVI –que fue el consejero más cercano de Wojtyla– desde el inicio del pontificado, ya que durante la homilía de la Misa inaugural saludó a los 'hermanos del pueblo judío, a quienes estamos ligados por un gran patrimonio espiritual común, que se funda sus raíces en las irrevocables promesas de Dios'".
Y en la carta a los obispos católicos, dice luego Vian, es "muy significado en este sentido la referencia, entre las prioridades del pontificado, a la exigencia de 'hacer presente a Dios en este mundo y de abrir a los hombres el acceso a Dios. No a uno cualquiera sino a aquel Dios que ha hablado en el Sinaí, a aquel Dios cuyo rostro conocemos en el amor expresado hasta el final, en Jesucristo crucificado y resucitado'".