VATICANO,
En la Audiencia General de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI explicó, a partir de las enseñanzas de San Juan Damasceno, que los católicos veneran "las reliquias de los santos sobre la base de la convicción de que los santos cristianos, al haber participado en la resurrección de Cristo, no pueden ser considerados simplemente como ‘muertos’".
El Santo Padre dedicó su catequesis de los miércoles a San Juan Damasceno (675-749), una "figura importante en la historia de la teología bizantina" recordada sobre todo por sus tres "Discursos contra los que calumnian las santas imágenes", que fueron condenados tras su muerte por el Concilio iconoclasta de Hieria (754)".
En estos discursos "aparecen los primeros intentos teológicos de legitimar la veneración de las imágenes sagradas, vinculándolas con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María", indicó el Papa.
Benedicto XVI recordó que este santo "fue sobre todo testigo del tránsito de la cultura cristiana griega y siria, compartida por la parte oriental del Imperio bizantino, a la novedad del Islam, que se abría paso a través de conquistas militares en el territorio que hoy se conoce como Medio o Cercano Oriente".
"San Juan Damasceno nació en una rica familia cristiana y, siendo joven, se ocupó de las finanzas del califato. Insatisfecho de la vida de corte, en torno al año 700 ingresó en el monasterio de San Saba, cerca de Jerusalén. Allí se dedicó con todas sus fuerzas a la ascesis y a la actividad literaria, así como a la actividad pastoral, de la que son testimonio sus numerosas homilías. El Papa León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia universal en 1890", señaló.
Damasceno "fue uno de los primeros que distinguió en el culto público y privado de los cristianos entre adoración (latreia) y veneración (proskynesis): la primera se puede dirigir únicamente a Dios y la segunda sin embargo, puede usar una imagen para dirigirse a aquel que está representado en la misma imagen".