VATICANO,
Al recibir esta mañana a los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales al finalizar su 15º Asamblea Plenaria, el Papa Benedicto XVI precisó que los derechos humanos "no son verdades de fe, aunque se perciben y adquieren plena luz con el mensaje de Cristo que 'manifiesta plenamente el hombre al propio hombre'. La fe los confirma ulteriormente".
En su discurso a esta Pontificia Academia presidida por la profesora estadounidense Mary Ann Glendon, el Santo Padre explicó que "obedece a la razón que, hombres y mujeres, viviendo y actuando en un mundo físico como seres espirituales, perciban la presencia de un 'logos' que los capacita para distinguir no solamente lo verdadero de lo falso, sino también el bien del mal, lo mejor de lo peor, la justicia de la injusticia".
"La Iglesia ha afirmado siempre que los derechos fundamentales, por encima y más allá de las diferentes formas en que se formulen y de los diferentes grados de importancia que tengan en los diversos contextos culturales, deben ser sostenidos y reconocidos universalmente porque son intrínsecos a la naturaleza del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios" y " por eso comparten una característica común que los une y que exige el respeto universal".
Asimismo la Iglesia ha enseñado siempre que "el orden ético y político que gobierna las relaciones entre las personas hunde sus raíces en la estructura misma del ser humano".
Seguidamente el Papa indicó que la Edad Moderna, "con mayor conciencia sobre los derechos humanos y su universalidad, contribuyó a dar forma a la idea de que el mensaje de Cristo –que proclama que Dios ama a todo hombre y a toda mujer y que todo ser humano está llamado a amar a Dios libremente– demuestra que todos y todas, independientemente de su condición social o cultural, son libres por naturaleza".
Benedicto XVI recordó después que a mediados del siglo pasado y tras las catástrofes de las dos guerras mundiales y las ideologías totalitarias, la comunidad internacional se dotó de "un nuevo sistema de derecho internacional basado en los derechos humanos" y cómo Pablo VI y Juan Pablo II "afirmaban decididamente que el derecho a la vida y a la libertad de conciencia y de religión son el centro de aquellos derechos que brotan de la misma naturaleza humana".