VATICANO,
Al presidir esta mañana a las 10:00 a.m. (hora local) la Eucaristía en el Estadio Amadou Ahidjo con motivo de la presentación del Instrumento de Trabajo de la II Asamblea Especial del Sínodo para África, el Papa Benedicto XVI alentó a los miles de fieles reunidos a "esperar contra toda esperanza" y expresó su deseo de que "África puede transformarse en el continente de la esperanza".
En la festividad de San José, el Santo Padre deseó un buen día a "todos los que como yo han recibido la gracia de llevar este hermoso nombre" y recordó que "José es en la historia el hombre que dio a Dios la prueba más grande de confianza".
El Papa señaló luego, a las 60 mil personas presentes, que "en esta época en que tantas personas sin escrúpulos quieren imponer el reino del dinero despreciando a los más pobres, tenéis que estar atentos. África, en general, y Camerún en particular, están en peligro si no reconocen al verdadero autor de la Vida. No os dejéis fascinar por falsas glorias e ideales falsos. ¡Creed! Cristo es el único camino de Vida".
"Como en otros continentes, la familia atraviesa un período difícil que su fidelidad a Dios la ayudará a superar. Algunos valores de la vida tradicional se han trastocado. Las relaciones entre las generaciones se han modificado de una forma que no favorece como antes la transmisión de los conocimientos antiguos y de la sabiduría heredada de los antepasados. Demasiado a menudo somos testigos de un éxodo rural. La calidad de los lazos familiares resulta profundamente afectada. Desenraizados y frágiles, los miembros de las generaciones jóvenes a menudo sin trabajo desgraciadamente, buscan remedios para el mal de vivir refugiándose en paraísos importados, efímeros y artificiales".
"A veces los africanos se ven obligados a huir de sí mismos y a abandonar todo lo que constituía su riqueza interior. Frente al fenómeno de una urbanización galopante, abandonan su tierra, física y moralmente, no como Abraham para responder a la llamada del Señor, sino por una especie de exilio interior que lo alejan de su mismo ser, de sus hermanos y hermanas de sangre, de Dios".
"¿Hay una fatalidad, una evolución inevitable?", cuestionó el Papa. "Ciertamente no. Ahora más que nunca tenemos que esperar contra toda esperanza. La primera prioridad consiste en volver a dar sentido a la acogida de la vida como don de Dios. Para la Sagrada Escritura, como para la sabiduría de vuestro continente, la llegada de un niño es una gracia, una bendición de Dios. En nuestra época la humanidad esta invitada a modificar su óptica: efectivamente cada ser humano, incluso el más pobre y pequeño, está creado a imagen y semejanza de Dios".