CÁCERES,
El Obispo de Coria-Cáceres, Mons. Francisco Cerro, asegura en un artículo titulado "Derecho a la vida" que "proteger la vida, que es el Evangelio de la vida y el compromiso de la Iglesia, es sin lugar a dudas, la mejor noticia, en este tiempo de crisis generalizada" y asegura que "la Iglesia no está contra nadie, está contra todo aquello que, bajo capa de ciertas progresías, va contra la vida humana".
En su escrito defiende el derecho a la vida y a la protección del ser humano y tacha de "terrible" el argumento que se utiliza en casos como el aborto, el terrorismo o las guerras porque se actúa bajo la premisa de que "todo lo que es una amenaza hay que destruirlo".
"Es una amenaza el niño que va a nacer, hay que eliminarlo. Es una amenaza el anciano en su vejez, hay que eliminarlo. Es una amenaza esta persona, este grupo, aunque sea con bombas o con atentados terroristas, hay que destruirlos. Y el día que estorben o que sean una amenaza otras personas, otros colectivos ¿qué se hará? Podemos estar construyendo una sociedad que no sabemos hasta dónde podrá llegar", argumenta el Prelado.
Así, en su artículo recuerda que el pasado mes de noviembre se celebró el sexagésimo aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos e insiste en que "la raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad de todo ser humano, que para los cristianos brota de su ser imagen y semejanza de Dios".
"El derecho a la vida, es el primero que enunciaba el Papa (Juan Pablo II en la encíclica Centessimus Annus), desde su concepción hasta su conclusión natural, que condiciona el ejercicio de cualquier otro derecho. Pero las repetidas proclamaciones solemnes de los derechos del hombre, se ven contradichas por la dura realidad: abortos, guerras y violencias de todo tipo; genocidios y deportaciones en masa, nuevas formas de esclavitud y tráfico de seres humanos, hambrunas, niños soldados", añade el artículo.
"Hay que decir que existe una gran distancia entre la letra y el espíritu de los derechos del hombre. En la práctica, la vida de los demás, sobre todo la de los más débiles, es instrumentalizada constantemente y cuando estorba en nuestros planes la despreciamos", recoge en otro párrafo.