VATICANO,
En su visita esta mañana al Capitolio, sede del ayuntamiento de Roma, el Papa Benedicto XVI destacó que "el ser humano desvinculado de Dios perdería su vocación trascendental. El cristianismo es portador de un mensaje luminoso sobre la verdad del ser humano y la Iglesia, que es depositaria de ese mensaje, es consciente de su responsabilidad con la cultura contemporánea".
Tras comentar algunos de los desafíos actuales de Roma, el Papa resaltó el aporte católico a la hora de "tutelar los derechos fundamentales de la persona en el respeto de la legalidad" y manifestó la convicción de que las raíces de la ciudad, que se hunden "en el derecho y la fe cristiana", darán fuerza a Roma para "exigir a todos el respeto de las reglas de la convivencia civil y el rechazo de cualquier forma de intolerancia y discriminación".
"Los episodios de violencia que deploramos todos manifiestan un malestar más profundo; son el síntoma de una verdadera pobreza espiritual que aflige el corazón de la humanidad contemporánea. La eliminación de Dios y de su ley, como condición para lograr la felicidad, no ha alcanzado en absoluto su objetivo: al contrario, priva al ser humano de las certezas espirituales y de la esperanza necesarias para afrontar las dificultades y los retos cotidianos".
"Roma debe reapropiarse de su alma más profunda, de sus raíces civiles y cristianas si quiere ser promotora de un nuevo humanismo que ponga en el centro la cuestión del ser humano reconocido en su plena realidad. El ser humano desvinculado de Dios perdería su vocación trascendental. El cristianismo es portador de un mensaje luminoso sobre la verdad del ser humano y la Iglesia, que es depositaria de ese mensaje, es consciente de su responsabilidad con la cultura contemporánea", dijo luego.
Después del encuentro con los administradores de la ciudad de Roma, el Papa se asomó a la Logia del Palacio Senatorio para saludar a un grupo de ciudadanos, asociaciones de voluntariado romano, inmigrantes y huéspedes de los centros gestionados por el ayuntamiento.
Seguidamente y tras recordar a los Apóstoles Pedro y Pablo, Benedicto XVI se refirió al diácono Lorenzo, a Santa Francesca Romana, cuya fiesta es hoy, y a San Filippo Neri. "Su ejemplo muestra que cuando una persona encuentra a Cristo, no se cierra en sí mismo, sino que se abre a las necesidades de los demás, y en todos los ámbitos de la sociedad, antepone al propio interés el bien de todos", señaló.