VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Benedicto XVI destacó, recordando las palabras de San Juan Clímaco, que "solo la esperanza nos hace capaces de vivir la caridad"; y que la fe, la esperanza y la caridad constituyen "la escalera" que nos permite alcanzar la verdadera vida.
En su catequesis de hoy, con la que inicia un ciclo sobre los grandes escritores de la Iglesia en Oriente y Occidente en el medioevo, el Papa se refirió a San Juan Clímaco, quien naciera en el año 575 y cuya principal obra fue la "Scala", de gran actualidad para nuestro tiempo pues "describe la escalada de la vida humana hacia Dios".
Benedicto XVI explicó que Juan Clímaco nació en Bizancio, la actual Palestina, en medio de la peor crisis del Imperio Romano de Oriente. A los 16 años se convirtió en monje en el monte Sinaí y se hizo discípulo del Abad Martirio. Hacia los 20 años se hizo eremita y durante 40 años vivió de esta forma. Falleció hacia el año 650.
Seguidamente el Papa explicó que su obra ya mencionada, llamada en Occidente "Escalera al Paraíso" o "Escalera para subir al Cielo", constituye "el camino del monje de la renuncia al mundo hasta la perfección del amor". Tras explicar que esta obra está compuesta por 30 capítulos, en los que cada uno es una "grada hacia el Cielo", el Santo Padre precisó que, a simple vista, esta obra de San Juan Clímaco podría no tener injerencia para los tiempos actuales, pero sí la tiene.
"Si observamos –prosigue el Papa– un poco más de cerca, veremos que esta vida monástica es solo un gran símbolo de la vida bautismal, de la vida del cristiano. Muestra, por así decir, en grandes caracteres lo que nosotros escribimos día a día en caracteres pequeños. Se trata de un símbolo profético que revela que es la vida del bautizado, en comunión con Cristo, con su muerte y resurrección. Y para mí es particularmente importante el hecho que el vértice de la 'escalera', las últimas gradas sean al mismo tiempo las virtudes fundamentales, iniciales, más simples: la fe, la esperanza y la caridad".
Benedicto XVI precisa luego que estas virtudes "no son solo accesibles a los héroes morales, sino que son un don de Dios para todos los bautizados: en ellas crece también nuestra vida. El inicio y también el fin, el punto de partida y de llegada: todo el camino apunta siempre a una radical realización de fe, esperanza y caridad. En estas virtudes la escalada está presente. Fundamentalmente en la fe, porque tal virtud implica que deba renunciar a mi arrogancia, a mi pensamiento, a la prisa de juzgar solo, sin confiarme a los otros".