VATICANO,
Al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo Embajador de Brasil ante la Santa Sede, Felipe de Seixas Correa, el Papa Benedicto XVI resaltó la necesidad de defender toda vida desde la concepción hasta la muerte natural.
En su discurso, el Papa manifestó la esperanza de que "de acuerdo con los principios que velan por la dignidad humana, de los cuales Brasil siempre ha sido un paladín, se sigan fomentando y difundiendo los valores humanos fundamentales, sobre todo cuando se trata de reconocer de manera explícita la santidad de la familia y la salvaguardia del niño que va a nacer (y de la vida) desde el momento de su concepción hasta su término natural".
Al referirse luego a los experimentos biológicos, Benedicto XVI destacó que "la Santa Sede ha promovido desde siempre con firmeza la defensa de una ética que no dañe sino que proteja la existencia del embrión y su derecho a nacer".
Seguidamente el Papa precisó que "en un clima de solidaridad y de entendimiento recíproco, el gobierno procura apoyar iniciativas que favorezcan la lucha contra la pobreza y la falta de preparación tecnológica, tanto a nivel nacional como internacional".
Tras resaltar que "la política de redistribución de la renta interna ha facilitado un mayor bienestar entre la población", Benedicto XVI alentó a seguir "fomentando el rédito y se consolide una mayor justicia social para el bien de la población. Más allá de la pobreza material, la pobreza moral que se extiende por el mundo incide de manera relevante. incluso donde no existe una carencia de bienes materiales".
"De hecho, el peligro del consumismo y del hedonismo, junto con la falta de principios morales sólidos que orientan la vida de los simples ciudadanos, debilita la estructura de la sociedad y de la familia brasileña. Por eso, nunca está de más insistir en la urgencia de una sólida formación moral en todos los niveles, incluido en el ámbito político, frente a las constantes amenazas de las ideologías materialistas aún existentes, y en particular, la tentación de la corrupción en la gestión del dinero público y privado. Para ello, el cristianismo puede proporcionar una válida contribución".