MADRID,
En una entrevista publicada esta semana por la revista católica española Ecclesia el Cardenal Albert Vanhoye, S.J., antiguo Rector del Pontificio Instituto Bíblico de Roma y Secretario Emérito de la Pontificia Comisión Bíblica, señaló que la manera de vencer la tentación de leer la Sagrada Escritura con una aproximación racionalista, como hacen algunos biblistas contemporáneos, es la de leerla en auténtico espíritu de oración.
El destacado biblista, creado Cardenal por razón de su mérito teológico y bíblico por el Papa Benedicto XVI en el consistorio del 24 de marzo de 2006, señaló en la entrevista que "la Providencia ha hecho que yo haya podido consagrar verdaderamente toda mi vida a la profundización de la Escritura para provecho de tantos estudiantes de todo el mundo. Por tanto, agradezco al Señor haberme dado este privilegio".
El Purpurado jesuita de 85 años destacó además que sus premisas para el estudio de la Biblia "fueron claramente premisas de fe. La Biblia es un texto que expresa la fe. Para acogerla de modo serio y profundo hay que estar en la corriente que la produjo. Por tanto, acercarse al texto inspirado con una actitud de fe es esencial. Por otra parte, existe también la convicción de que la Biblia es al mismo tiempo un libro histórico, no una palabra simplemente teórica; es una revelación con hechos, con eventos; una realidad existencial histórica que, por tanto, hay que acoger bajo este aspecto".
"La Sagrada Escritura –agregó– es esencial para conocer a Cristo, para seguirle, para investigar todas las dimensiones del misterio de Cristo. La estrecha relación entre investigación exegética y profundización de la fe y de la vida espiritual. Esto ha hecho que no haya dudado nunca en estudiar, investigar y emplear todas mis fuerzas y mis capacidades en este estudio de importancia fundamental para la vida de la Iglesia".
El Cardenal Vanhoye explicó además que "la Palabra de Dios ha nutrido mi vida espiritual de modo muy fecundo. Por ejemplo, cuando era todavía estudiante del Instituto Bíblico Pontificio, realicé un estudio sobre dos frases del Evangelio de Juan que expresan la relación entre la obra de Jesús y la obra del Padre. Jesús ha recibido el don de las obras".
"En dos frases –prosiguió–, Jesús habla de las obras que el Padre le ha entregado. Vi la insistencia: ‘Mi padre trabaja siempre y yo también trabajo’ (Juan 5, 17). Un tema muy importante para la profundización de la vida espiritual no sólo de modo especulativo sino especialmente en el mismo actuar. Del mismo modo que el Padre entregaba sus obras a Jesús, este nos da las nuestras".