CARACAS,
Durante la homilía pronunciada este miércoles en la Misa solemne de la Divina Pastora en Barquisimeto (Venezuela), el Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas, convocó a los católicos del país a una gran campaña de renovación de la Iglesia.
"María es la Divina Pastora porque creyó en el Señor; ella fue feliz por su fe, por creer en Dios, por aceptar su santa voluntad, por vivir según su Palabra y cumplir sus mandamientos", señaló el Cardenal; y destacó que es una fuente de alegría "saber que también nosotros poseemos la felicidad de la fe".
"Por ello podemos decir: ¡felices los venezolanos que creemos en Dios y en la Virgen!", "¡Feliz la Venezuela cristiana y católica!; felices nosotros cuando seguimos a Jesucristo y a la Divina Pastora; cuando cumplimos los mandamientos, cuando rechazamos el pecado en todas sus formas: la impiedad y la indiferencia religiosa; la soberbia y la violencia, la codicia y la lujuria, es decir, el relajo afectivo sexual", agregó el Arzobispo.
El Cardenal Urosa recordó que "no podemos decir que amamos a Dios y a María, la Divina Pastora, si no vivimos de acuerdo a la Palabra de Dios"; y recordó que "en el mundo entero, con tantas fuerzas disgregadoras, la Iglesia nos ofrece la hermandad de la fe, del amor y de la gracia sacramental. Y tenemos en ella el don de la enseñanza auténtica del Evangelio de Jesucristo, proclamado autorizadamente por el Papa y los Obispos, sucesores de los apóstoles".
"En momentos en que hay muchas fuerzas que quisieran debilitar la unidad de la Iglesia, los católicos debemos fortalecer nuestra unión", advirtió el Purpurado ante la multitud de fieles.
Más adelante, el Cardenal exclamó; "¡Que distinta sería Venezuela si todos los católicos viviéramos a fondo nuestra fe! Cuánto dolor, cuantas lágrimas, cuánta sangre, cuánta angustia nos estaríamos evitando. La práctica de la fe, de las virtudes cristianas descarta la violencia, el odio, el asesinato, el secuestro y el narcotráfico; la mentira y la traición, la indiferencia religiosa y la idolatría. La práctica religiosa promueve una familia unida, creyente, estable, y descarta el relajo afectivo sexual, el adulterio y el divorcio, el aborto; la práctica religiosa va en contra de toda forma de maldad: el crimen, el asesinato, el flagelo de la droga, el terrorismo, la violencia política".