MÉXICO D.F.,
Durante el discurso inaugural del VI Encuentro Mundial de las Familias, que se está llevando a cabo en la capital mexicana desde el miércoles 14, el Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia señaló que el relativismo actual amenaza la integridad de la familia en el mundo.
"Hemos venido de muchos países, algunos con un viaje fatigoso y costoso, y por ello merecedores de mayor gratitud. Representamos diversos pueblos y culturas, diversos miembros del pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, personas consagradas, laicos, sobre todo, están presentes y están representadas las familias, célula vital de la Iglesia y de la sociedad", dijo el Cardenal, ante más de 8 mil participantes que colmaron el local de la Expo Bancomer con un espíritu festivo.
El Cardenal saludó luego al Presidente de la República, Felipe Calderón, y a su esposa Margarita Zavala, que participaron de la ceremonia inaugural, marcando una presencia muy aplaudida y poco habitual en México.
El Cardenal Antonelli destacó en su discurso el magisterio del Papa Benedicto XVI, "que en numerosas ocasiones ha mostrado considerar a la familia una prioridad decisiva para el futuro de las sociedad y de la Iglesia y ha puesto en el centro de su magisterio la promoción de los valores humanos y cristianos en nuestra cultura posmoderna enferma de individualismo y relativismo".
"Nuestro recuerdo agradecido –dijo más adelante– se dirige espontáneamente al Siervo de Dios Juan Pablo II, que tantas veces visitó esta querida Nación. Él indicó a la familia como el primer y principal camino de la Iglesia, instituyó los encuentros mundiales de la familia y merecidamente ha sido llamado el Papa de la familia".
"La familia –destacó el Cardenal– es la escuela más eficaz de humanidad de vida cristiana, transmite los valores humanos y cristianos según su modo, propio y peculiar". Ella, agregó, "se basa en el ejemplo y en el testimonio, en la experiencia y en el ejercicio cotidiano. Por esto, los valores no permanecen teóricos y las normas no son percibidas como una imposición, valores y normas son interiorizadas como exigencias de la vida personal, como la verdad que hace auténticamente libre, se convierten en energías espirituales y virtudes".