VATICANO,
El Papa Benedicto XVI presidió el rezo del Ángelus en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y aseguró que en ella “contemplamos el reflejo de la Belleza que salva el mundo: la belleza de Dios que resplandece en el rostro de Cristo”.
Ante miles de peregrinos que llegaron hasta la Plaza de San Pedro, el Santo Padre precisó que en María “esta belleza es totalmente pura, humilde, libre de toda soberbia y presunción”. Recordó que así es como la Virgen se mostró a Santa Bernadette en Lourdes, cuando le dijo “Yo soy la Inmaculada Concepción”, y como es hoy venerada en santuarios de todo el mundo.
El Papa explicó que la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María recuerda dos verdades de la fe: la existencia del pecado original, y sobre todo la victoria de Cristo sobre el mal. Una victoria que resplandece de forma sublime en María Santísima.
“La existencia de lo que la Iglesia llama ‘pecado original’ es desgraciadamente de una evidencia aplastante, si simplemente miramos a nuestro alrededor y ante todo dentro de nosotros. La experiencia del mal es tan consistente” que “suscita en nosotros la pregunta: ¿de dónde procede?”, “un interrogante aún más profundo” para el creyente: “si Dios, que es Bondad absoluta, ha creado todo, ¿de dónde procede el mal?”, indicó.
Benedicto XVI explicó que la respuesta se desprende de las primeras páginas de la Biblia con el relato de la creación y de la caída de los primeros padres.
“Dios ha creado todo para la existencia, en especial creó al ser humano a su propia imagen; no creó la muerte, sino que ésta entró en el mundo por envidia del diablo –como dice el libro de la Sabiduría (1,13-14; 2,23-24)-, el cual, rebelado contra Dios, atrajo en el engaño a los hombres, induciéndoles a la rebelión”, señaló.