VATICANO,
Al presidir esta mañana la Misa en San Lorenzo de Extramuros, en el 1750 aniversario del martirio del santo diácono, el Papa Benedicto XVI señaló que al iniciar hoy el tiempo de Adviento, este mártir "nos repite que la santidad, es decir ir al encuentro con Cristo que viene continuamente a visitarnos, no pasa de moda".
En su homilía, el Santo Padre alentó a que el testimonio heroico de San Lorenzo, que fuera quemado vivo en una hoguera en el siglo III, "sea para cada uno ejemplo de dócil adhesión a la voluntad divina para que, como hemos escuchado al Apóstol Pablo recordar a los corintios, también nosotros vivamos de modo que seamos encontrados 'irreprensibles' en el día del Señor".
"La historia nos confirma –dijo Benedicto XVI– cuanto hay de glorioso en el nombre de este Santo, alrededor de cuyo sepulcro estamos reunidos. Su solicitud por los pobres, el generoso servicio a la Iglesia de Roma en la asistencia de la caridad, la fidelidad al Papa, tan desarrollada en Él hasta el punto de querer seguirlo en la prueba suprema del martirio y el heroico testimonio de la sangre, ocurrida solo unos días después, son hechos universalmente conocidos".
Hablando luego sobre el tiempo con el que hoy se inicia el nuevo año litúrgico, el Pontífice explicó que Adviento significa "hacer memoria de la primera venida del Señor en la carne, pensando ya en su definitivo retorno y, al mismo tiempo significa reconocer que Cristo presente entre nosotros se hace nuestro compañero de viaje en la vida de la Iglesia cuyo misterio celebra".
"Esta conciencia, –continuó– alimentada en la escucha de la Palabra de Dios, debe ayudarnos a ver el mundo con distintos ojos, a interpretar los eventos particulares de la vida y la historia como palabras que Dios nos dirige, como signos de su amor que nos aseguran su cercanía en toda situación, esta conciencia, en particular, debe prepararnos a acogerlo cuando 'de nuevo vendrá en la gloria para juzgar a los vivos y a los muertos, y su reino no tendrá fin'".
"En esta perspectiva, el Adviento se convierte para todos los cristianos en un tiempo de espera y de esperanza, un tiempo privilegiado de escucha y reflexión, para que nos dejemos guiar por la liturgia que invita a caminar al encuentro del Señor que viene".