VATICANO,
Al recibir este mediodía a los obispos de la Conferencia Episcopal Boliviana que se encuentran en el Vaticano en su visita "ad limina", el Papa Benedicto XVI los alentó a "mantener la esperanza, avivar la fe, fomentar la unidad, exhortar a la reconciliación y salvaguardar la paz" en medio de la crisis actual de ese país, llevando a todos la luz del Evangelio.
En su discurso, el Santo Padre precisó que "la fe plantada en la tierra boliviana necesita siempre alimentarse y fortalecerse, especialmente cuando se perciben signos de un cierto debilitamiento de la vida cristiana por factores de origen diverso, una extendida incoherencia entre la fe profesada y las pautas de vida personal y social, o una formación superficial que deja expuestos a los bautizados al influjo de promesas deslumbrantes pero vacías".
Seguidamente el Pontífice resaltó que "para afrontar estos retos, la Iglesia en Bolivia cuenta con un medio poderoso, como es la devoción popular, ese precioso tesoro acumulado durante siglos gracias a la labor de misioneros audaces y mantenido con entrañable fidelidad por generaciones en las familias bolivianas. Es un don que ha de ser ciertamente custodiado y promovido hoy, como sé que se está haciendo con esmero y dedicación, pero que requiere un esfuerzo constante para que el valor de los signos penetre en lo hondo del corazón, esté siempre iluminado por la Palabra de Dios y se transforme en convicciones firmes de fe, consolidada por los sacramentos y la fidelidad a los valores morales".
Tras alentar al desarrollo en Bolivia de una necesaria "catequesis sistemática, generalizada y penetrante, que enseñe clara e íntegramente la fe católica", Benedicto XVI señaló que es también importante "una educación general de calidad, que comprenda la dimensión espiritual y religiosa de la persona" pues ésta "contribuye poderosamente a poner cimientos firmes al crecimiento en la fe".
El Papa también remarcó la importancia de "ofrecer a los seminaristas una sólida formación humana, espiritual, intelectual y pastoral, proporcionándoles sacerdotes idóneos para acompañarlos en su discernimiento vocacional y cuidar de su segura idoneidad y competencia" y recordó que además de este tiempo es necesaria también la formación y el seguimiento permanente una vez ordenados, "que alimente constantemente su vida espiritual e impida que su labor caiga en la rutina o la superficialidad".
El Santo Padre se refirió luego a la centralidad de la Palabra de Dios y alentó a "que en las homilías, catequesis y celebraciones en las parroquias y en tantas pequeñas comunidades dispersas, pero con sus significativas capillas, como se ven en vuestras tierras, la proclamación fiel, la escucha y la meditación de la Escritura esté siempre en primer plano, pues en ello encuentra el Pueblo de Dios su razón de ser, su vocación y su identidad".