VATICANO,
Al dirigirse este mediodía a los participantes en el congreso titulado "La heredad del Magisterio de Pío XII y el Concilio Vaticano II" al cumplirse 50 años del tránsito de este Pontífice, el Papa Benedicto XVI destacó que en la persona del Papa Pacelli, "el Señor le ha dado a la Iglesia un don excepcional, por el cual todos debemos estar muy agradecidos".
En su discurso a los participantes de este evento organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana y la Pontificia Universidad Lateranense, el Santo Padre lamentó que cuando en los últimos años se habla de Pío XII, "la atención se ha concentrado excesivamente en una sola problemática", lo que ha impedido en ocasiones entender su "profundidad histórica teológica" con su "vasto y amplio Magisterio", marcado por "su excepcional calidad, que también puede decirse constituye una preciosa heredad con la que la Iglesia ha tenido y sigue teniendo un tesoro".
Benedicto XVI pasó luego revista solo a algunas de las 43 encíclicas que el Papa Pacelli escribió como la Mystici Corporis, "sobre la verdadera e íntima naturaleza de la Iglesia" entendida como Cuerpo Místico de Cristo; la Divino afflante Spiritu sobre la Sagradas Escrituras; la Mediator Dei sobre la Sagrada Liturgia; la Sacra Virginitas sobre lo que significa el don de Dios de invitar a la persona "a consagrarse totalmente a su servicio y del prójimo en la Iglesia", la Miranda prorsus, en la que Pío XII resalta "la gran importancia de los medios de comunicación modernos, que de modo cada vez más incisivo influyen en la opinión pública".
El Papa subraya además la atención que Pío XII le daba al progreso de las ciencias "y cómo siempre ponía en guardia sobre los riesgos que podía originar una investigación que no está atenta a los valores morales" y a todas las cosas relacionadas al "reordenamiento de la sociedad civil, nacional e internacional, en el que precisaba como fundamento imprescindible la justicia".
Benedicto XVI resalta luego que es "igualmente meritorio y de especial mención la enseñanza mariológica de Pío XII, que tuvo su culmen en la proclamación del dogma de la Asunción de María Santísima, por medio de la cual el Santo Padre buscaba subrayar la dimensión escatológica de nuestra existencia y exaltar además la dignidad de la mujer".
"Por naturaleza –prosigue– Pío XII era un hombre mesurado y realista, alejado del fácil optimismo, pero inmune al peligro del pesimismo que no ayuda a un creyente. Aborrecía la polémica estéril y era profundamente acucioso ante al fanatismo y el sentimentalismo".