ROMA,
El Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Mons. Gianfranco Ravasi, deploró la decisión del ayuntamiento de la ciudad inglesa de Oxford de prohibir la palabra "Christmas" (Navidad) de las celebraciones de fin de año, y describió la medida como "síntoma del ateísmo e indiferencia religiosa que hoy se promueve".
Según informa L'Osservatore Romano, el Arzobispo señaló que "lo que se busca con esta iniciativa en Oxford no es tanto establecer un diálogo de modo que no existan prevaricaciones, sino extinguirlo hasta el punto de restringir toda identidad propia, toda historia que está en las bases y no establecer un verdadero diálogo".
"El verdadero diálogo –precisó– se construye a través de la identidad. Entonces en este caso, no es solo una excentricidad, sino a fin de cuentas una negación consciente, no sé hasta que punto, de una grandeza que está en los fundamentos".
Asimismo manifestó que "mientras en el pasado cuando se combatía la presencia de los símbolos religiosos, se hacía con argumentaciones, o con el deseo de oponer un sistema alternativo, ahora en vez de eso se realizada esta avanzada de negación como una especia de niebla, se quiere introducir un componente fofo e inconsistente que es la característica de la secularización actual", en referencia al título que las autoridades le han dado a las celebraciones de fin de año: "Festival de las luces de invierno".
Tras afirmar que con esta decisión "Dios es negado, ignorado del todo y el esfuerzo pastoral debe ser ahora más complejo", Mons. Ravasi denunció esta medida como "una suerte de 'juego de la sociedad' incolora, inodora, insípida" que genera "más ateísmo, pero con la indiferencia religiosa tal vez impide al hombre interrogarse, como hacen todas las grandes religiones, sobre temas fundamentales, temas básicos que son disueltos al interior de una atmósfera así de inconsistente".
De otro lado, el diario inglés The Telegraph recogió las declaraciones del Obispo de Portsmouth, Mons. Roger Francis Crispin Hollis, quien señaló que esta decisión "ofende a la comunidad cristiana de la ciudad (Oxford), no hace nada por promover la armonía racial y, en el nombre de la inclusividad, excluye las tradiciones de una significativa población de la ciudad. Deploro esta decisión y espero que el consejo lo vuelva a pensar".