NUEVA YORK,
El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Celestino Migliore, señaló que la crisis financiera hunde sus raíces no solo en inadecuado sistema regulatorio sino, especialmente en la falta de ética y conducta moral.
En su intervención referida al tema de la crisis financiera global, el Arzobispo resaltó que "el aprovechamiento desmedido y la búsqueda inescrupulosa de ganancia a cualquier costo ha hecho que las personas olviden la ética de los negocios", al tiempo que alentó no solo a solidarizarse con los países más pobres sino a generar los medios para "evitar crisis similares en el futuro".
Tras comentar cómo algunos gobiernos no fueron lo suficientemente estrictos para establecer las reglas económicas en los niveles más altos, Mons. Migliore precisó que "el principio de subsidiariedad require que los gobiernos y las grandes agencias internacionales aseguren la solidaridad a nivel nacional y global".
"No se debe olvidar que en los extremos del sistema financiero hay personas jubiladas, pequeños negocios familiares, industrias sencillas y una cantidad incontable de empleados para quienes los ahorros son una manera esencial de sostenimiento. La actividad financiera necesita ser suficientemente transparente para que los ahorristas individuales, especialmente los pobres y los más desprotegidos, entiendan lo que va a suceder con su dinero. Esto no solo es una llamada para tomar medidas efectivas de seguridad por parte de los gobiernos, sino también para tener un alto estándar de conducta ética por parte de los líderes financieros".
El Prelado vaticano destacó también que "un estilo de vida, incluso un modelo económico, basado solamente en el creciente e incontrolable consumo y no en el ahorro ni en la creación de capital productivo, es económicamente insostenible. También es insostenible desde el punto de vista del medio ambiente y, por encima de todo, de la dignidad humana en sí misma; ya que el consumidor irresponsable renuncia a su propia dignidad como criatura racional y ofende la dignidad de los otros".
"Por encima de todo –prosiguió– existe una necesidad de invertir en las personas. Una vez que las inevitables operaciones de salvataje terminen, los gobiernos y la comunidad internacional deben invertir su dinero en ayuda a las poblaciones más pobres".