ROMA,
El Director del diario oficioso del Vaticano L'Osservatore Romano (LOR), Giovanni Maria Vian, publica hoy un editorial dedicado al 30 aniversario de la elección como Papa de Juan Pablo II. En él recuerda que la elección del recordado Siervo de Dios marcó un hito histórico al convertirse este Pontífice en el primer sucesor eslavo de Pedro.
En el editorial titulado "De un país lejano", Vian relata que "en la tarde del 16 de octubre de 1978, hace treinta años, la elección del Cardenal Karol Wojtyla marcó verdaderamente un vuelco en la historia de la sucesión de la cátedra romana. Luego de casi medio milenio, desde el tiempo de Adriano VI (1522 -1523) el Colegio de Cardenales escogía como Obispo de Roma a un Cardenal que no era originario de la península itálica. Y por primera vez en la historia un eslavo llegaba a ser Pontífice".
Seguidamente recuerda que el mismo Juan Pablo II comentó que provenía "de un país lejano" y llegaba a "la ciudad que amaba desde el tiempo de sus estudios en el mundo que comenzaba a gobernar como Papa. Llegó con la pasión de un místico inmerso en su tiempo y el vigor de una edad relativamente joven (y a la cual en un cónclave no se elegía a nadie desde 1843 cuando fue elegido el Cardenal de 53 años Giovanni Maria Mastai Ferretti, Pío IX)".
Tras resaltar que con su pontificado, el Papa Wojtyla "dejó transparentar desde su primera encíclica, el camino del catolicismo para culminar el segundo milenio", el Director de LOR recordó que por los años en que fue creado Cardenal por Pablo VI, "el joven Arzobispo polaco se convirtió en un protagonista de importancia, aunque muchos no lo conocían, de la Iglesia Católica".
"El Papa elegido en el segundo cónclave de 1978 tras la imprevista desaparición del predecesor, confirmó sin dudar, asumiendo un nombre doble, la continuidad con Juan XIII y Pablo VI y darle voz a la llamada Iglesia del silencio sofocada por los regímenes comunistas", comentó.
Luego de recordar que este arduo trabajo le valió ser abaleado el 13 de mayo de 1981, día de la Virgen de Fátima, a quien el Papa siempre le agradeció no haber perdido la vida, Vian resalta cómo el recordado Pontífice tuvo fuerzas para vivir y ver "1989 y el 11 de septiembre de 2001, acompañando de cerca la contemporaneidad con un valor y una determinación vividos y testimoniados hasta el último día de su vida terrena, el 2 de abril de 2005, hasta su último suspiro".