TOKYO,
La elección del católico Taro Aso como Primer Ministro del Japón marca según expertos, "un momento histórico" para la pequeña comunidad católica de este país, que pese a ser menos del 1% del total de la población, ha logrado un importante papel en el ámbito de la cultura.
Hasta ahora Aso no ha hecho despliegue público de su identidad católica; pero su credibilidad se basa en su trayectoria de honestidad, sustentada en su profundas convicciones religiosas.
En efecto, Aso ha anunciado que la economía será su prioridad, ha descartado disolver la Cámara de Representantes para convocar elecciones anticipadas y ha anunciado una visita a China a finales de octubre, donde podría participar en la ceremonia para conmemorar el 30 aniversario del tratado de paz y amistad entre ambos países.
Aso, de 68 años, lleva el nombre cristiano de "Francis" (Francisco) en honor de San Francisco Javier y su familia proviene de la isla de Kyushu, que recibió la primera evangelización cristiana del país.
Según analistas locales, "esta es una gran ocasión para que la Iglesia Católica se dé a conocer mejor". En efecto, pese al magro incremento numérico, el millón y medio de católicos en Japón se ha convertido en una entidad que ya no es concebida como "extranjera", y que posee episcopado y clero locales, aunque jesuitas y franciscanos extranjeros siguen teniendo una importante presencia.
El catolicismo llegó a Japón en el siglo XVI gracias a San Francisco Javier; pero siempre fue visto como una "fuerza extranjera", en algunas ocasiones con gran hostilidad. Así es como pagaron con su vida numerosos mártires, especialmente San Pablo Miki y sus compañeros mártires de Nagasaki en 1597.