VATICANO,
El Patriarca de Babilonia de los Caldeos (Irak), Cardenal Emmanuel III Delly, hizo esta mañana en la Asamblea del Sínodo de los Obispos en el Vaticano una dramática descripción de la tragedia cotidiana que viven los cristianos iraquíes que son perseguidos y atacados constantemente por los fundamentalistas musulmanes.
En su intervención en la 13º Congregación General del Sínodo, el Purpurado explicó que como Iglesia, "hemos hecho todo lo posible por obtener la paz y la tranquilidad en el país. La situación en algunas partes de Irak es desastrosa y trágica. La vida es un calvario: faltan la paz y la seguridad, así como los elementos básicos cotidianos".
Seguidamente señaló que "todos temen los secuestros y las intimidaciones. Por no hablar del número cada vez mayor de muertos causados por las bombas y por los kamikazes que llevan cinturones llenos de explosivos".
El Cardenal también precisó que para los cristianos en Irak, "vivir la Palabra de Dios significa testimoniarla también al precio de la propia vida, como ha sucedido y sucede con el sacrificio de obispos, sacerdotes y fieles".
Por esta razón, continuó, "os suplico que recéis por nosotros y con nosotros al Señor Jesús, Verbo de Dios, y que compartáis nuestra preocupación, nuestras esperanzas y el dolor de nuestras heridas, para que la Palabra de Dios hecha carne permanezca en su Iglesia y junto a nosotros como buen anuncio y como apoyo".
El Patriarca también describió como en estos últimos meses "16 de nuestros sacerdotes y dos obispos han sido secuestrados y liberados tras un rescate muy costoso. Algunos de ellos pertenecen al grupo de los nuevos mártires que hoy interceden por nosotros desde el cielo: el Arzobispo de Mosul, Faraj Rahho, el padre Raghid Ganni, otros dos sacerdotes y otras seis jóvenes".