VATICANO,
Ante más de 40.000 peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI canonizó a la nueva santa ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo Morán junto a Gaetano Enrico, María Bernarda Bütler y la primera santa de la India, Alfonsa de la Inmaculada Concepción.
“La liturgia nos presenta a los nuevos santos con la imagen evangélica de los enviados que toman parte en el banquete, vestidos con los trajes nupciales”, dijo el Pontífice durante la homilía; destacando luego gracias al Misterio pascual "el superpoder del mal ha sido vencido por la omnipotencia del amor de Dios".
"El Señor resucitado puede invitar a todos al banquete de la alegría pascual, dándoles, Él mismo a los comensales, el traje nupcial símbolo del don gratuito de la gracia santificante". “En el bautismo –prosiguió el Pontífice- recibieron el vestido nupcial de la gracia divina, lo han conservado puro o lo han purificado en el curso de sus vidas haciendo que resplandeciera mediante los Sacramentos. Ahora toman parte en el banquete nupcial de Cielo”.
Benedicto XVI subrayó también que “si se da el caso que ensuciamos o desagarramos con el pecado este vestido, la bondad de Dios no nos abandona a nuestro destino, al contrario nos ofrece, con el sacramento de la Reconciliación, la posibilidad de restaurar íntegramente el hábito nupcial para la fiesta”.
Por ello, “el Ministerio de la Reconciliación es un ministerio siempre actual y a él se dedicó con diligencia, paciencia y asiduidad el sacerdote Gaetano Enrico, fundador de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús: De este modo se inscribe entre las figuras extraordinarias de Presbíteros que, de forma incansable, han hecho del confesionario el lugar para dispensar la misericordia de Dios, ayudando a los hombres a volverse a encontrar a ellos mismos, a luchar contra el pecado y a progresar en el camino de la vida espiritual”.
De la madre María Bernarda Bütler, nacida en Suiza, el Pontífice destacó que tomó los votos a los 21 años en el convento de las religiosas capuchinas de María Auxiliadora en Alstätten, y a los 40 años viajó a Ecuador, y después a Colombia como misionera. Por su vida entregada en favor del prójimo, Juan Pablo II en 1995 la elevó al honor de los altares como beata.