ROMA,
En un artículo publicado en L'Osservatore Romano titulado "Una historia por rescribir", Francesco Castelli, experto biógrafo del Santo Padre Pío de Pietrelcina, dio a conocer detalles de la primera investigación realizada en 1921 por parte del Santo Oficio, ahora Congregación para la Doctrina de la Fe, para conocer mejor la vida del sacerdote y comprobar la autenticidad de los estigmas.
Castelli, quien publicó en Milán su libro "El Padre Pío bajo interrogatorio: La autobiografía secreta", con el prólogo del famoso periodista italiano Vittorio Messori, explica que con la apertura de los archivos que contienen esta valiosa información quedan sepultadas algunas tesis que afirmaban que este dicasterio no veía con buenos ojos al santo capuchino, sino todo lo contrario: era grande el aprecio y admiración por este hombre de probada santidad.
En 1921 el Santo Oficio encargó a Mons. Carlo Raffaelle Rossi, quien sería luego cardenal, que visite al Padre Pío para investigar su vida y el origen de los estigmas. En su informe, el Prelado escribe del santo: tenía "la frente alta y serena, la mirada vivaz, dulce; y la expresión con visos de bondad y sinceridad".
La tarea iniciada el 14 de junio de ese año se prolongó durante 8 días, en los que Mons. Rossi observó detalladamente al Padre Pío. Escribe que con sus hermanos era muy gentil; muy amado por sus superiores por ser "gran ejemplo y no murmurador"; transcurría de 10 a 12 horas al día confesando y la celebración de la Eucaristía la "hacía con extraordinaria devoción".
El experto biógrafo precisa luego que la observación no fue suficiente y Mons. Rossi decidió interrogarlo: fueron 142 preguntas que el Padre Pío respondió bajo juramento con la mano sobre los Evangelios. Con las respuestas, explica Castelli, surgió prácticamente una autobiografía.
Preguntas como "¿Quién lo había estigmatizado? ¿Por qué razón? ¿Le confió alguna misión?" fueron respondidas serenamente por el sacerdote de esta forma: "El 20 de septiembre de 1918 luego de la celebración de la Misa mientras estaba en el debido agradecimiento en el Coro repentinamente fui presa de un temblor, luego me llegó la calma y vi a Nuestro Señor en la actitud de quien está en la cruz, pero no vi si tenía la cruz, lamentándose de la mala correspondencia de los hombres, especialmente de los consagrados a Él que son sus favoritos".