LOURDES,
En uno de los momentos más emotivos de su viaje a Francia, el Papa Benedicto XVI presidió esta mañana una Eucaristía en el Santuario de Lourdes ante miles de enfermos. En su homilía les recordó que la enfermedad no les resta dignidad y que “la presencia de Cristo consigue romper el aislamiento que causa el dolor”.
Desde el exterior de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, el Papa recordó la memoria litúrgica de la Virgen de los Dolores que la Iglesia celebra hoy.
“Contemplamos a María que comparte la compasión de su Hijo por los pecadores. Se puede decir, como de su Hijo Jesús, que este sufrimiento la ha guiado también a Ella a la perfección para hacerla capaz de asumir la nueva misión espiritual que su Hijo le encomienda poco antes de expirar: convertirse en la Madre de Cristo en sus miembros", recordó el Papa.
Benedicto XVI recordó que en Lourdes, durante la aparición del miércoles 3 de marzo de 1858, María da a conocer a Bernadette "primero su sonrisa, como si fuera la puerta de entrada más adecuada para la revelación de su misterio".
"En la sonrisa que nos dirige la más destacada de todas las criaturas se refleja nuestra dignidad de hijos de Dios, la dignidad que nunca abandona a quienes están enfermos. Esta sonrisa, reflejo verdadero de la ternura de Dios, es fuente de esperanza inquebrantable", indicó.
El Papa aseguró que “el sufrimiento padecido rompe los equilibrios mejor asentados de una vida, socava los cimientos fuertes de la confianza, llegando incluso a veces a desesperar del sentido y el valor de la vida. Es un combate que el hombre no puede afrontar por sí solo, sin la ayuda de la gracia divina".