LOURDES,
Al finalizar la procesión de las antorchas realizada en el Santuario de Lourdes, el Papa Benedicto XVI señaló en su discurso que "María nos enseña a orar, a hacer de nuestra plegaria un acto de amor a Dios y de caridad fraterna. Al orar con María, nuestro corazón acoge a los que sufren".
Tras finalizar el "Camino del Jubileo", peregrinación que todo fiel es invitado a realizar en Lourdes visitando cuatro de los lugares importantes en la vida de Santa Bernardette, incluyendo el lugar de las apariciones de la Virgen Lourdes; y luego de que la procesión de las antorchas terminara, el Santo Padre recordó que "hace 150 años, el 11 de febrero de 1858, en el lugar llamado la gruta de Massabielle, apartada del pueblo, una simple muchacha de Lourdes, Bernadette Soubirous, vio una luz y, en la luz, una mujer joven 'hermosa, la más hermosa'".
"En la conversación, en el diálogo impregnado de delicadeza, la Señora le encarga transmitir algunos mensajes muy simples sobre la oración, la penitencia y la conversión", prosiguió el Pontífice.
Seguidamente, Benedicto XVI destacó que "Lourdes es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz. Ante la gruta, día y noche, verano e invierno, una zarza ardiente brilla rodeada de las oraciones de los peregrinos y enfermos, que expresan sus preocupaciones y necesidades, pero sobre todo su fe y su esperanza".
"Al venir en peregrinación aquí, a Lourdes, queremos entrar, siguiendo a Bernadette, en esta extraordinaria cercanía entre el cielo y la tierra que nunca ha faltado y que se consolida sin cesar", dijo luego.
"Durante las apariciones, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María, que se une a ella en el momento de la doxología. Este hecho confirma en realidad el carácter profundamente teocéntrico de la oración del Rosario. Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo, Jesucristo".