MÉXICO D.F.,
En un reciente editorial, el Servicio Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), titulado "¡No matarás!" denunció que con el fallo que despenaliza el aborto hasta los tres meses en el Distrito Federal, la sociedad "ha perdido el respeto a la vida" y por lo tanto "lo ha perdido todo".
En la nota, SIAME deplora que con esta decisión "se pone legalmente al servicio de esta decisión toda la infraestructura hospitalaria del Distrito Federal para acabar con la vida de un ser humano que lleva ya tres meses de gestación con su código genético y su identidad personal en pleno desarrollo. La medicina al servicio de la muerte, no de la vida. El drama humano de la mujer que aborta en la clandestinidad ha sido resuelto con una decisión inmoral e injusta: decretar la supresión de la vida que comienza".
Asimismo lamentan que algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) hayan declarado que "la Constitución de México no tutela el derecho a la vida ni tampoco lo hace ningún otro documento internacional. Escuchar esta aberración jurídica, en el más alto tribunal de justicia, nos habla de la degradación social a la que hemos llegado y del legalismo que ha perdido el sentido de la objetividad y de la justicia".
"Los ministros no han encontrado razones para tutelar la vida del nascituro, como se le debe llamar al que está por nacer y no con el despectivo término de 'producto', expresión indigna para hablar de la condición humana. Si no se puede garantizar el primero de todos los derechos, de qué sirven los demás. Es más absoluto –de acuerdo a estos ministros– el respeto al pluralismo de opiniones que el respeto a la vida", prosigue.
"Como consecuencia lógica, pronto se buscará legalizar la eutanasia y más tarde la muerte de quienes padecen alguna limitación. Todo es asunto de opiniones", advierte el SIAME.
"Muchos han celebrado esta decisión de la SCJN como un triunfo, cuando en realidad se trata de una tragedia porque se ha determinado aplicar la pena de muerte al ser más indefenso, acusado de ser producto de un embarazo no deseado y de impedir la felicidad y el desarrollo de alguien. Pesa también sobre el más inocente de los seres humanos la acusación de causar pobreza y subdesarrollo y por eso, 'este intruso indeseable', merece la pena capital", añade el editorial.