El Obispo de Morelia, Mons. Alberto Suárez Inda, recordó que el cuerpo humano es templo de Dios y que cuando la persona se deja llevar por una falsa libertad, es proclive a caer en la esclavitud de la carne.
En una reciente carta, Mons. Suárez recordó que San Pablo llevó "la frágil semilla de la pureza cristiana" a Corinto, una ciudad "donde se rendía culto a las divinidades de la prostitución y la lujuria".
Explicó que para el Apóstol "no fue nada fácil transformar de la noche a la mañana a gentes tan metidas en el vicio", y por ello no era de extrañar las caídas entre los cristianos. "La fornicación y la embriaguez seguían siendo fuertes tentaciones para aquellos cristianos que cargaban con la miseria de la carne", indicó el Prelado.
Sin embargo, señaló, San Pablo cree firmemente "en la fuerza del Bautismo que lava interiormente al hombre, arrancándolo de un mundo de pecado y sumergiéndolo en la atmósfera del Espíritu que todo lo transforma".
En ese sentido, Mons. Suárez advirtió que era "un error de los corintios pensar que ‘todo me está permitido’". Pablo, indicó, enseñó con energía "que no hay que confundir la libertad con el libertinaje". "Aunque el placer carnal aparezca como lo más natural, igual que el comer y el beber, la nobleza y dignidad de nuestro cuerpo nos piden respeto y hasta veneración hacia él", señaló.
El obispo mexicano explicó que "ordenado a Cristo, nuestro cuerpo humano es miembro de su Cuerpo glorioso, es templo del Espíritu". Por ello, "la gravedad de la impureza carnal radica en que viene a profanar el templo de Dios y a despreciar la Sangre de Cristo, precio de nuestra redención".