ROMA,
El Obispo Coadjutor de Hong Kong, Mons. John Tong Hon, explicó las razones que lo llevaron a aceptar "con sentimientos ambivalentes" la invitación que le cursara el Gobierno chino para asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing, dada la persecución religiosa contra los católicos por parte de las autoridades que se mezcla con la alegría que experimenta por ser China el país sede.
En un artículo publicado en L'Osservatore Romano, tras comentar que le gusta el baloncesto y que considera buena y necesaria la actividad física, el Prelado chino cuenta que apenas recibió la invitación del Gobierno "entendí que debía consultar con mis superiores. La Santa Sede no mostró objeciones; y el Cardenal Joseph Zen (Obispo de Hong Kong) me alentó a ir. Por lo tanto decidí aceptar".
Seguidamente Mons. Tong recuerda que el mismo Papa Benedicto XVI expresó su deseo de que los Juegos Olímpicos en China "tengan un gran éxito". "Sin embargo, si bien habían sido invitados a Beijing los responsables de las seis religiones mayores en Hong Kong, solo en el caso de la Iglesia Católica la invitación no se ha hecho a la autoridad más alta. He sentido vergüenza porque nuestro gobierno ha ignorado al Cardenal Zen y me ha invitado en su lugar", añade el Prelado.
A continuación, Mons. Tong expresa su pesar porque "cierto número de responsables católicos se encuentra todavía en la cárcel o con arresto domiciliario" y menciona el caso de seis obispos en esta situación, y señala que muchos sacerdotes y fieles "sufren por nuestra fe católica y por la fidelidad al Santo Padre".
Luego de explicar las medidas que el Gobierno chino ha tomado para evitar al máximo la contaminación durante los Juegos Olímpicos, paralizando el trabajo de algunas industrias y fábricas, el Obispo Coadjutor de Hong Kong expresa su esperanza de que algún día las autoridades "comprendiesen también la importancia de una mayor libertad religiosa y social".
Al recordar la Jornada de Oración por China del 24 de mayo, el Prelado narra cómo la policía impidió a la mayoría de católicos ingresar al Santuario de Sheshan en las afueras de Shangai y precisa: "las autoridades todavía no se fían de los católicos chinos y se sienten amenazados cuando practicamos nuestra fe".