ROMA,
El nuevo Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Rino Fisichella, publicó un artículo en L'Osservatore Romano en el que da algunas luces sobre la importante contribución del Papa Pío XII al Concilio Vaticano II, con las 43 encíclicas que escribió durante su pontificado entre 1939 y 1958, ante el próximo congreso que abordará la figura de este pontífice al cumplirse 50 años de su muerte.
"De las tinieblas de la guerra a los albores del Vaticano II" es el título del artículo del Arzobispo, quien señala que "la figura del Siervo de Dios, se impone con su peculiar estatura primero que nada espiritual, luego intelectual, y por último la diplomática sobre la cual todos están de acuerdo".
"Muchos aspectos han sido ya estudiados y la literatura está bajo los ojos de todos. Lo que falta para muchos que podría ser desconocido es el influjo que Pío XII ha tenido en el desarrollo del Concilio Vaticano II. Su profunda enseñanza con visión de futuro es verificable en la secuencia de las 43 encíclicas que marcaron su pontificado y los numerosísimos discursos con los cuales afrontó los temas más controvertidos de la época", explica Mons. Fisichella quien luego agrega se puede resumir en tres temas, de los que en primer lugar resalta "la promoción de la doctrina".
"Es memorable la definición del dogma de la Asunción (Munificentissimus Deus, 1 noviembre de 1950), con la que el Papa afirmaba, luego de largos estudios y consultas, la gloria de la Madre de Dios por Cristo su Hijo. La Mystici Corporis (29 de junio de 1943), desde la perspectiva teológica de la época, se presenta como un documento innovador", explica el ahora Arzobispo. "No se puede olvidar, finalmente, la encíclica para la promoción de los estudios bíblicos y para la recuperación y difusión de las Sagradas Escrituras en la Divino Afflante Spiritu (30 septiembre de 1943)", añade.
En segundo lugar, prosigue el todavía Rector Magnífico de la Universidad Lateranense, se encuentra "la defensa de la doctrina y la relevancia de los errores", expresados, por ejemplo, en "la Mediator Dei (20 de noviembre de 1947), que presenta el valor de la liturgia y el misterio eucarístico con el valor sacrificial de la Santa Misa, que puntualiza también el significado del sacerdocio de los fieles que no puede invadir el sacerdocio ministerial. La Humani generis (22 agosto de 1950), por su parte, afrontaba entre otros el grave problema del relativismo teológico que, a la luz de numerosos hechos postconciliares, aparece ahora como clarividente de cuanto no aparecía en ese momento".
Por último, explica el Prelado vaticano, Pío XII "nunca dejó de hacerse escuchar de manera clara y explícita en distintas circunstancias, cuando las exigencias lo requerían y cuando existía información exacta sobre los hechos y sus consecuencias".