VATICANO,
Durante la catequesis de este miércoles que dedicó a la figura del Papa San Gregorio Magno (540-604), el Papa Benedicto XVI señaló que, como lo demostró este gran Padre de la Iglesia, que tuvo a su cargo gobernarla en tiempos tormentosos, la verdadera paz y felicidad provienen de Dios.
Gregorio, afirmó el Santo Padre, "fue realmente un gran Papa y un gran Doctor de la Iglesia". Nació en Roma en el 540, en el seno de una familia rica, noble, que se distinguía por su "fe cristiana y por sus servicios a la Sede Apostólica".
El Pontífice recordó también que San Gregorio entró en la administración pública y "en el 572 llegó a ser Gobernador de Roma. Sin embargo, esta vida no le satisfizo y al poco tiempo decidió dejar este cargo civil y se retiró a su casa para iniciar la vida monacal". De este modo, "adquirió un profundo conocimiento de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia, del que se sirvió después en sus obras".
Debido a su experiencia y a sus cualidades, el Papa Pelagio II lo nombró diácono y lo envió como su embajador a Constantinopla, "con el fin de superar los últimos residuos de la controversia monofisita y sobre todo obtener el apoyo del emperador para contener la presión de los longobardos". Tras varios años, "el Pontífice lo llamó a Roma y lo nombró su secretario". Cuando Pelagio II murió, Gregorio le sucedió en la Sede de San Pedro. Era el año 590".
El Santo Padre señaló que del pontificado de Gregorio "se conserva una amplia documentación gracias al Registro de sus cartas, unas 800".
"Entre los problemas que afligían en aquel tiempo Italia y Roma había uno de particular relieve, tanto en ámbito civil como eclesial: la cuestión de los longobardos". Para afrontarla, "estableció con ellos relaciones de fraternidad en vista de una paz futura fundada en el respeto recíproco y en la convivencia serena entre italianos, imperiales y longobardos".