NUEVA YORK,
Ante unos 60 mil católicos reunidos en el Estadio de los Yankees para la última Misa del Papa Benedicto XVI en tierra estadounidense, el Pontífice hizo un llamado a “enriquecer la sociedad y la cultura americanas con la belleza y la verdad del Evangelio, sin perder jamás de vista esa gran esperanza que da sentido y valor a todas las otras esperanzas que inspiran nuestra vida”.
El Papa exlicó que “rezar con fervor por la venida del Reino significa estar constantemente atentos a los signos de su presencia, trabajando para que crezca en cada sector de la sociedad. Esto quiere decir afrontar los desafíos del presente y del futuro confiados en la victoria de Cristo y comprometiéndose en extender su Reino. Significa superar toda separación entre fe y vida, oponiéndose a los falsos evangelios de libertad y felicidad. Quiere decir, además, rechazar la falsa dicotomía entre la fe y la vida política”.
“Autoridad… obediencia. Siendo francos, estas palabras no se pronuncian hoy fácilmente. Palabras como éstas representan ‘una piedra de tropiezo’ para muchos de nuestros contemporáneos, especialmente en una sociedad que justamente da mucho valor a la libertad personal. Y, sin embargo, a la luz de nuestra fe en Cristo, ‘el camino, la verdad y la vida’, alcanzamos a ver el sentido más pleno, el valor e incluso la belleza de tales palabras”, indicó.
En este sentido, señaló que “el Evangelio nos enseña que la auténtica libertad, la libertad de los hijos de Dios, se encuentra sólo en la renuncia al propio yo, que es parte del misterio del amor. Sólo perdiendo la propia vida, como nos dice el Señor, nos encontramos realmente a nosotros mismos”.
“La verdadera libertad florece cuando nos alejamos del yugo del pecado, que nubla nuestra percepción y debilita nuestra determinación, y ve la fuente de nuestra felicidad definitiva en Él, que es amor infinito, libertad infinita, vida sin fin”, agregó.
El Papa pidió a los católicos encontrar “la audacia de proclamar a Cristo, ‘el mismo ayer, hoy y siempre’, y las verdades inmutables que se fundamentan en Él: son verdades que nos hacen libres. Se trata de las únicas verdades que pueden garantizar el respeto de la dignidad y de los derechos de todo hombre, mujer y niño en nuestro mundo, incluidos los más indefensos de todos los seres humanos, como los niños que están aún en el seno materno”.