Un joven de 21 años ha sido protagonista de una sorprendente historia en Estados Unidos. Sufrió un grave accidente, los médicos que lo trataban declararon su muerte cerebral pero despertó poco antes de que le extirparan los órganos vitales que serían donados a otros pacientes.
Zack Dunlap explica que no recuerda el accidente, pero sí recuerda haber oído al doctor que lo declaró muerto. "Lo escuché y me volví loco por dentro", comentó el muchacho de Oklahoma, en el programa Dateline de la cadena estadounidense NBC que lo entrevistó junto a sus padres y su hermana Casey.
Las pruebas iniciales tras el accidente mostraban que no había habido flujo de sangre en el cerebro de Zack, y los doctores determinaron que se trataba de alguien con muerte cerebral.
Tras la decisión, se informó a la familia Dunlap. Mientras ellos se dirigían a despedirse del hijo al que creían fallecido, un equipo se preparaba para extraer los órganos que servirían para transplantes en otros pacientes.
La abuela de Zack, Naomi Blackford, rezaba por su nieto. Ella comentó a NBC que lo único que pedía "era un milagro. Era demasiado joven para que Dios se lo llevara. No era su momento".