VATICANO,
En su habitual catequesis de los miércoles, el Papa Benedicto XVI meditó sobre dos grandes figuras de la cultura romana y recordó que Dios es “el bien supremo al que tiende cada ser humano, aun sin saberlo”.
Ante miles de fieles de todo el mundo reunidos en el Aula Pablo VI para la Audiencia General, el Papa dedicó su meditación a Boecio y Casiodoro.
Boecio nació en Roma en el 480 en una familia noble y fue senador a los veinticinco años. "No obstante su dedicación la actividad pública, no descuidó los estudios, dedicándose en particular a la profundización de temas filosófico-religiosos. En este ámbito utilizó las categorías de la filosofía griega para proponer la fe cristiana, buscando una síntesis entre el patrimonio heleno-romano y el mensaje evangélico. Precisamente por eso, Boecio ha sido calificado como el último gran representante de la cultura romana antigua y el primero de los intelectuales medievales", recordó.
"Su obra principal es el ‘De consolatione philosophiae’, que compuso mientras estuvo encarcelado para dar un sentido a su injusta detención. Había sido acusado de complot contra el rey Teodorico por haber defendido en un juicio a un amigo, el senador Albino. De hecho, tras ser procesado y condenado a muerte, fue ajusticiado el 23 de octubre del 524".
El Santo Padre señaló que Boecio, "precisamente por su dramático fin, puede hablar al hombre de hoy y sobre todo a las numerosísimas personas que padecen su mismo destino a causa de la injusticia presente en tanta parte de la 'justicia humana'".
"La filosofía es, según Boecio, la verdadera medicina del alma y dice que el ser humano puede experimentar la auténtica felicidad únicamente en la propia interioridad. Dios sigue siendo por tanto el bien supremo al que tiende cada ser humano, aun sin saberlo".