MADRID,
En España y América comenzaron esta semana los actos conmemorativos del centenario de la muerte del Cardenal Ciriaco María Sancha, Arzobispo de Toledo, fundador de tres familias religiosas y valiente defensor del sacerdocio ante los embates del anticlericalismo de su época.
El actual Arzobispo de Toledo, Cardenal Antonio Cañizares, presidió la apertura de los actos conmemorativos en su arquidiócesis y destacó cómo el Siervo de Dios "supo hacer frente a la ola de anticlericalismo que algunos gobiernos desataron en la legislación y en la calle".
Tras expresar su deseo de que pronto alcance los altares, el Purpurado destacó el amor del Cardenal Sancha a la Iglesia, "que le llevó a estar muy atento a los ataques del laicismo militante", también valoró su "delicado sentido de comunión eclesial" por el cual "libró a la Iglesia española, en la bisagra del siglo XIX y XX, de derivas cismáticas muy peligrosas", desviviéndose "por la unidad de los católicos en los momentos cruciales para la historia de España".
El Cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás nació en Quintana del Pidio (Burgos) el 18 de junio de 1833 en el seno de una familia humilde. Ingresó en el Seminario de Osma en 1852. Se ordenó sacerdote el 27 de febrero en 1858. Completó sus estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca. En 1862 se trasladó a Cuba, como secretario del Arzobispo Primo Calvo y Lope.
Se dedicó al cuidado de ancianos desprotegidos, niños y niñas abandonados, ganando el sobrenombre de "padre de los pobres". En 1869 fundó una congregación de religiosas para el cuidado de huérfanos inválidos y desamparados: la Congregación de Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha.
En 1876 fue nombrado Obispo Auxiliar de Toledo, en 1882 fue nombrado Obispo residencial de Ávila y en 1886 elegido para la sede episcopal de Madrid-Alcalá. Desde esta diócesis convocó en 1888 el primer Congreso Católico Nacional.