BUENOS AIRES,
La prensa argentina señaló este jueves que la razón por la cual la Santa Sede no ha dado aún el "Placet" –aceptación oficial– a Alberto Iribarne, un funcionario divorciado y vuelto a casar propuesto como nuevo Embajador de Argentina ante la Santa Sede, podría terminar con la presentación de un nuevo diplomático.
El periodista José Ignacio Lladós del diario La Nación de Buenos Aires, señaló que la falta del placet por parte de la Secretaría de Estado del Vaticano ha generado malestar en el gobierno que lidera Cristina Kirchner y una nueva fuente de tensión con la Iglesia, "justo cuando parecía que la relación se había encauzado" tras la visita que realizó a la Presidenta de la Nación la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, encabezada por el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, y la visita del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, señala Lladós.
El Periodista de La Nación explica que la falta del placet es más responsabilidad del gobierno argentino, que ha ignorado que el Vaticano tiene solo dos condicionamientos para aceptar un embajador: que no presente sentimientos antirreligiosos y que no cuente con irregularidades canónicas si se trata de un católico; como se declara Iribarne. Las "irregularidades canónicas" en el caso de Iribarne no se refieren a la condición de divorciado; sino al establecimiento de otra relación marital que le impide el acceso a la Comunión.
Lladós explica que si bien el Estado tiene derecho a designar embajador a la persona que desee, también el Estado que deberá recibirlo tiene el derecho de aceptarlo o no. Por ello, la solución está en entablar consultas previas, cosa que no existió de parte del gobierno argentino.
Por el contrario, la Cancillería argentina elaboró una lista de embajadores divorciados que representan a sus países ante la Santa Sede… pero olvidó considerar que ninguno de ellos es católico, y que por tanto no está sujeto a las leyes canónicas que rigen para los católicos.
"Nadie cuestionó –dice el artículo del matutino– la entereza moral de Iribarne. No se trata de un problema moral, sino de la irregularidad canónica del embajador designado".