BUENOS AIRES,
El Obispo de Zárate-Campana (Argentina), Mons. Oscar Domingo Sarlinga, señaló que "al momento de la imposición de la Ceniza, recibimos del sacerdote la exhortación de ‘convertirnos y creer en el Evangelio’", de donde surge la necesidad de hacer penitencia y tener un espíritu austero en el tiempo de Cuaresma
En su carta por Cuaresma, el Prelado asegura que "aunque el deber de hacer penitencia esté motivado sobre todo por la participación en los sufrimientos de Cristo", tenemos "la necesidad de la ‘ascesis’ (el sacrificio) que purifica el alma y el cuerpo, con particular insistencia para seguir el ejemplo de Cristo".
Asimismo, Mons. Sarlinga afirma que en este tiempo de Cuaresma hay dos aspectos fundamentales para vivirla intensamente: "oración y penitencia". La segunda se ha vuelto "un poco antipática a la mentalidad dominante, incluso en los cristianos", mientras que "la primera no siempre es bien comprendida y estimada".
"La oración nos abre al Misterio, nos recuerda la necesidad que tenemos de Dios, de su voluntad de su generosidad y ayuda", indica el Obispo y agrega que "la Iglesia ha reafirmado siempre la primacía de los valores religiosos y sobrenaturales de la penitencia, capaces incluso hoy día de devolver al ser humano el ‘sentido primordial’ de todo, que es el "sentido de Dios y de su soberanía sobre el hombre y el mundo".
Tras señalar que la Cuaresma es "tiempo privilegiado, aun en estas épocas en que no falta la increencia y la indiferencia", el Prelado recuerda que "la vida cristiana es un combate sin pausa" en el que se deben usar las "armas de la oración, el ayuno y la penitencia" y así poder "combatir contra el mal, contra cualquier forma de egoísmo y de odio, y morir a sí mismos para vivir en Dios es el itinerario ascético".
En otra parte de su carta, Mons. Sarlinga pide que la Cuaresma sea "para nosotros un tiempo en que tomemos conciencia" de que "no tenemos derecho a darle vía ‘sobre rieles aceitados’ (no pocas veces por inconciencia, o imprudencia) a la obra del espíritu del Maligno", ese "espíritu del mal no tiene sobre nosotros ningún poder, si guardamos en el corazón la Palabra y recibimos a Jesús, principalmente en la Eucaristía".