VATICANO,
El Papa Benedicto XVI, al meditar en la Audiencia General sobre el significado del tiempo de la Cuaresma que hoy se inicia con el Miércoles de Ceniza, destacó que el llamado a la conversión pide a los cristianos acoger a Dios como Padre y como el único ser que puede colmar de alegría infinita el corazón humano.
Miles de fieles y peregrinos de todas partes del mundo se dieron cita esta mañana en el Aula Pablo VI, en la Ciudad del Vaticano, para participar en la Audiencia General. Ante ellos el Santo Padre se refirió a la Cuaresma como “un tiempo litúrgico ‘fuerte’ que, mientras nos prepara para las celebraciones de la Pascua –corazón y centro del año litúrgico y de toda nuestra existencia– nos invita a imprimir un decidido impulso a nuestra existencia cristiana”.
El Pontífice hizo notar que “los compromisos, los afanes y las preocupaciones nos hacen caer en la rutina, nos exponen al riesgo de olvidar cuán extraordinaria es la aventura en la que Jesús nos ha comprometido” y por esto “necesitamos, cada día, iniciar nuevamente nuestro exigente itinerario de vida evangélica, entrando en nosotros mismos mediante pausas que restauren el espíritu”.
“Con el antiguo rito de la imposición de las cenizas, la Iglesia nos introduce en la Cuaresma como en un gran retiro espiritual que dura cuarenta días”, dijo Benedicto XVI.
“Entramos en el clima cuaresmal, que nos ayuda a redescubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y nos impulsa a dirigirnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestros esfuerzos de conversión bajo el signo de la misericordia divina”.
El Santo Padre citó también las palabras que el celebrante dice al imponer las cenizas: “Recordad que sois de polvo y al polvo regresareis” y “Convertíos y creed en el Evangelio”. “Ambas fórmulas –prosiguió el Pontífice– constituyen un llamado a la verdad de la existencia humana: somos criaturas limitadas, pecadores necesitados siempre de penitencia y de conversión”.