VATICANO,
Al retomar el tema de la relación entre Jesucristo y la Iglesia desde una perspectiva histórica, el Papa Benedicto XVI centró este miércoles su atención en la gran figura de San Agustín de Hipona, y concluyó el encuentro anunciando que dedicará las próximas audiencias generales a reflexionar en torno a la teología del gran Padre de la Iglesia.
"Luego de las fiestas de Navidad, quisiera regresar a las meditaciones sobre los Padres de la Iglesia y hablar hoy sobre el más grande de los Padres de la Iglesia latina, San Agustín", dijo el Pontífice.
"Hombre de pasión y de fe –dijo el Santo Padre–, de inteligencia altísima y de premura pastoral incansable, este gran santo y doctor de la Iglesia es frecuente conocido, al menos de nombre, incluso por quien ignora el cristianismo o no tiene familiaridad con él, porque ha dejado una huella muy profunda en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo".
"Por su singular relevancia –prosiguió–, San Agustín ha tenido una amplia influencia, y se podría afirmar, por un lado, que todos los caminos de la lectura latina cristiana llevan a Hipona (hoy Annaba, en la costa de Argelia), el lugar de donde fue Obispo, y por otro, que desde esta ciudad del África romana, de la que Agustín fue Obispo del 395 hasta su muerte en 430, se derraman muchos otros caminos del cristianismo sucesivo y de la misma cultura occidental".
El Papa abordó luego los rasgos biográficos de San Agustín, recordando que el autor de las "Confesiones", "extraordinaria autobiografía espiritual... con una gran atención al misterio del Yo, al misterio de Dios que se esconde en el Yo", nació en Tagaste en el año 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. Su madre lo educó en la fe cristiana, que más tarde el santo abandonó, no obstante le interesase siempre la figura de Cristo.
Agustín estudió retórica y gramática, de la que fue maestro en Cartago. En esta ciudad leyó el "Hortensius" de Cicerón, porque a pesar de haber dejado la práctica eclesial, buscaba siempre la verdad.