VATICANO,
En la solemnidad de María Inmaculada, el Papa Benedicto XVI señaló a la Virgen María como auténtico modelo de felicidad y santidad para los jóvenes de nuestro tiempo que, “fáciles víctimas de la corrupción del amor” y del "callejón sin salida del consumismo", “corren el riesgo de perder la esperanza porque parecen huérfanos del verdadero amor”.
Al mirar a María “reconocemos la grandeza y la belleza del proyecto de Dios para todo ser humano: llegar a ser santos e inmaculados en el amor, a imagen de nuestro Creador”, dijo el Santo Padre este mediodía durante el Ángelus que presidió desde su estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano.
“¡Qué gran don es tener por Madre a María Inmaculada! Una Madre esplendorosa de belleza, transparente al amor de Dios. Pienso en los jóvenes de hoy, que crecen en un ambiente saturado de mensajes que proponen falsos modelos de felicidad”, señaló ante miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
“Estos muchachos y muchachas corren el riesgo de perder la esperanza porque parecen huérfanos del verdadero amor que llena de significado y de alegría la vida, prosiguió el Pontífice recordando que éste era un “tema querido por mi venerado predecesor Juan Pablo II, que tantas veces propuso a la juventud de nuestro tiempo a María como ‘Madre del amor hermoso’”.
El Papa constató que “no pocas experiencias nos dicen desafortunadamente que los adolescentes, los jóvenes e incluso los niños, son fáciles víctimas de la corrupción del amor, engañados por los adultos sin escrúpulos que mintiéndose a sí mismos y a ellos, los atraen hacia el callejón sin salida del consumismo”, lamentando asimismo que “la realidad más sagrada, como el cuerpo humano, templo del Dios del amor y de la vida, se convierte en objeto de consumo; y esto siempre más tempranamente, ya en la preadolescencia”.
“¡Qué tristeza cuando los muchachos pierden el asombro, el encanto de los sentimientos más bellos, el valor del respeto del cuerpo, manifestación de la persona y de su insondable misterio!”, exclamó.