BUENOS AIRES,
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) emitió un comunicado en el que destacó que ante la realidad de las drogas en el país, "hemos recogido el eco doloroso de muchas familias de todo el país, cuyos hijos quedaron atrapados por los efectos de la droga y sus secuelas de muerte y destrucción"; y plantean una estrategia para combatir este problema.
Tras indicar que "el narco-negocio se instaló en nuestro país, prospera exitosamente, destruye familias y mata. Nuestro territorio ha dejado de ser solo un país de paso", los prelados advierten que "todo lo que esté relacionado con la droga es deshumanizante, anula el don de la libertad, sumerge en el fracaso los proyectos de vida y somete a las familias a duras pruebas".
Ante los muchos problemas que se originan para los adictos y sus familias, los obispos recuerdan que "la Iglesia proclama la Buena Noticia de Dios que nos conduce a la Vida: Jesucristo, que ha vencido a la muerte y nos ha señalado el camino de salvación. Con los obispos de América Latina anunciamos que 'la alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades'".
Al hablar de las causas de la drogadicción, la CEA señala que actualmente "los jóvenes se sienten sin raíces, obligados a afrontar un presente fugaz y un futuro incierto. Se suma a esto que muchas veces no encuentran adultos disponibles para la escucha y la comprensión".
Por ello, este serio problema es "expresión de un malestar profundo que algunos llaman 'vacío existencial'. Así pues, para una cantidad creciente de jóvenes, se afianza la convicción que vivir no tiene sentido, no vale la pena", que es al final una perspectiva generada por el demonio, quien "busca aliados para expandir como peste este veneno. Genera verdaderas estructuras de pecado que desprecian el amor y la dignidad humana".
Para los obispos, los caminos para enfrentar el problema de las drogas van en tres direcciones: "promover una cultura de la vida, fundada en la dignidad trascendente de toda persona humana, llamada a ser feliz y a vivir libre de toda esclavitud; cuánto más de estos falsos paraísos de la droga; despejar la falsa ilusión de que de la adicción se entra y se sale fácilmente. Por supuesto que muchos, con gran esfuerzo y apelando a diversas ayudas y tratamientos, podrán recuperarse; y denunciar y perseguir a los mercaderes de la muerte que con el escandaloso comercio de la droga están destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones, para lo cual deben concurrir todos los recursos que cuenta nuestro Estado de derecho, en una lucha frontal contra el tráfico y el consumo".