MADRID,
Pilar Caballero, nieta de la nueva beata Teresa Cejudo, una madre de familia cooperadora salesiana, señaló que el recuerdo que siempre tuvo de su abuela fue la del espíritu de perdón y reconciliación.
Caballero, una de las 2 500 familiares de los 498 mártires beatificados el domingo pasado en la Plaza de San Pedro por el Cardenal José Saraiva Martins, recuerda que Teresa Cejudo era cooperadora salesiana en Pozoblanco (Córdoba), cuya hija tenía diez años cuando su madre fue fusilada.
“La experiencia de toda mi familia –dice Caballero– está siendo muy emotiva e intensísima, porque desde los años sesenta aproximadamente, en que el colegio salesiano comenzó a mover el tema de las beatificaciones, en casa siempre hemos dicho que a lo mejor tendríamos la suerte algún día de ver que a mi abuela la hagan beata”.
Por eso “ha sido una alegría tremenda que podamos estar aquí, con mi madre viva, gracias a Dios, y los once hijos acompañándola”.
Relatando lo que le refirió su madre, Caballero señaló que la beata Teresa Cejudo “colaboraba mucho en el colegio salesiano, en todo lo que era ayuda social, con los niños. En esos tiempos tan difíciles, ayudaba a repartir alimentos a las familias más sencillas, a enseñar a leer y a escribir a esos niños que por motivos sociales no podían acceder a un colegio. Una labor muy importante a nivel social, y religioso, lógicamente”.
Respecto de su condena a muerte, la nieta de la mártir cuenta que fue tan confusa y precipitada como la de la gran mayoría de sus compañeros de martirio: “lo que sabemos es que se hizo un juicio, y se le acusa de llevar un mono y un arma. Se hace un juicio popular, y se la fusila”.