VATICANO,
En un mensaje dirigido a Jacques Diouf, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el Papa Benedicto XVI urgió a los países desarrollados a liberar del hambre a millones de seres humanos en el mundo.
Comentando el tema elegido para este año, "El derecho a la alimentación", el Santo Padre escribe que con él la FAO "invita a la Comunidad internacional a tratar sobre uno de los desafíos más graves de nuestro tiempo: liberar del hambre a millones de seres humanos, cuyas vidas están en peligro por falta del pan cotidiano”.
El Pontífice constata que “los esfuerzos realizados hasta ahora no parecen haber disminuido significativamente el número de hambrientos en el mundo, a pesar de que todos reconocen que la alimentación es un derecho primario”; y recuerda que “el incumplimiento del derecho a la alimentación se debe no solo a causas de tipo natural sino, sobre todo, a situaciones provocadas por el comportamiento de los hombres y que desembocan en un deterioro general de tipo social, económico y humano”.
El Pontífice recuerda que "cada vez son más numerosas las personas que, a causa de la pobreza o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a dejar sus casas y sus seres queridos para buscar sustento fuera de su tierra. No obstante los compromisos internacionales, muchas de ellas son rechazadas" y subraya que es apremiante un empeño concreto en el que “todos los miembros de la sociedad, tanto en el ámbito individual como internacional, se sientan comprometidos a cooperar para hacer posible el derecho a la alimentación, cuyo incumplimiento constituye una violación evidente de la dignidad humana y de los derechos que derivan de ella”.
El Papa elogia después “el conocimiento de los problemas del mundo agrícola, de la inseguridad alimenticia y la capacidad demostrada para proponer planes y programas de solución” de la FAO, así como su “aguda sensibilidad por las aspiraciones de cuantos reclaman condiciones de vida más humanas”.
La Iglesia Católica se siente cercana en este esfuerzo