BOGOTÁ,
Ante la cobertura mediática "sobredimensionada" de los casos de abuso sexual protagonizados por miembros del clero, el Arzobispo de Bucaramanga, Mons. Víctor Manuel López Forero, recordó que estos episodios "aberrantes son la excepción" y lamentó que muchos medios difamen a la Iglesia con el apoyo de las personas "menos indicadas".
En una reflexiones publicadas por el diario El Frente, Mons. López explicó que "merecen reproche los medios de comunicación, que en esta materia y para sentar doctrina, acuden a personas poco solventes moralmente y, menos, autorizadas para opinar sobre el tema", añadió.
Para el Arzobispo, "un laico ateo o resentido, un clérigo movido por sentimientos de odio y de venganza, o un sacerdote que renuncia a su ministerio por faltas graves en el campo del celibato y la castidad, o un seminarista que por parecidas razones es excluido del Seminario son las personas menos indicadas y autorizadas para hablar sobre la fidelidad sacerdotal. Tampoco se puede tener como doctrina recta la novelesca opinión de un escrito o imagen televisiva que busca celebridad y ‘se hace propaganda’ denigrando de los demás, especialmente del clero y de la Iglesia".
"Es injusto y desconsiderado, por tanto, generalizar, como lo han venido haciendo algunos medios de comunicación hablados y escritos, sobredimensionando los hechos y aprovechándolos para continuar su malévolo y burdo propósito de difamar a la Iglesia, haciendo gala de su ateismo y de su inconfundible radicalismo con tintes de masonería, distorsionando la verdad, y confundiendo a la Iglesia con una ONG o con una asociación cualquiera", indicó.
Asimismo, precisó que "el sacerdote no es un ermitaño, sino un hombre que inevitablemente vive dentro de un mundo cada día más erotizado, en el que las nociones y valores del sexo han dado un vuelco total, cuyos efectos apenas ahora comienzan a percibirse. No es que el sacerdote, por esa razón, esté pidiendo tolerancia para sus faltas. Pero sí espera algo más de lógica y de sentido humano al juzgar los hechos y al sugerir las penas, especialmente por parte de algunos legisladores y comunicadores, que generalizan y exigen unos castigos violatorios de la dignidad de toda persona humana -así sean criminales- y de sus fundamentales derechos: por ejemplo, castraciones y publicaciones ignominiosas".
En este sentido, aclaró que "para los que pertenecemos a la Iglesia, una falta como las que comentamos constituye una verdadera pena de familia. Desgraciadamente, entre los comunicadores abundan los que parecen deleitarse con el dolor ajeno y en lacerar la herida todavía sangrante, no siempre buscando el ‘esplendor de la verdad’. Ahora bien, a los que simplemente tienen a la Iglesia como objeto de su antipatía, y a veces de su odio, solo les decimos que de parte nuestra no encontrarán correspondencia a esos sentimientos: porque somos cristianos y los cristianos perdonamos y no devolvemos mal por mal".