VIENA,
En un intenso discurso dirigido a los representantes del cuerpo diplomático presente en Austria, el Papa Benedicto XVI recordó que “Europa no debe negar sus raíces cristianas” ya que éstas han “modelado profundamente este continente”.
En su alocución en alemán en el Palacio de Hofburg en Viena, el Santo Padre subrayó que Europa “será para todos un buen lugar para vivir solo si se construye sobre sólidas bases culturales y morales de valores comunes tomados de nuestra historia y tradiciones”.
“Mariazell, el gran santuario de Austria, es también un lugar de encuentro para los diferentes pueblos de Europa. Es uno de esos lugares en donde los hombres y mujeres obtienen, y siguen haciéndolo ‘fuerza de lo alto’ para una vida correcta”, prosiguió.
Tras reconocer que “Europa también ha experimentado y sufrido terriblemente inapropiados cursos de acción” como “restricciones ideológicas impuestas por la filosofía, la ciencia y también la fe, el abuso de la religión y la razón para propósitos imperialistas, la degradación del hombre como resultado del materialismo práctico y teórico; y finalmente la tolerancia e indiferencia sin referencia a valores permanente”, el Papa hizo hincapié en que “Europa también ha estado marcada por una capacidad de autocrítica que le da un lugar distinguido en el vasto panorama de las culturas del mundo”.
Tras destacar la necesidad de continuar el proceso de unificación en el continente, Benedicto XVI señaló que “para los países en Europa Central y Europa del Este en particular, participar en este proceso es un incentivo para la consolidación de la libertad, el estado constitucional y la democracia dentro de sus fronteras. Aquí debo recordar la contribución de mi predecesor, el Papa Juan Pablo II en este histórico proceso (la caída del comunismo). Austria también, como país-puente situado al centro del Oeste y el Este, ha contribuido mucho a esta unificación y además –no debemos olvidarlo– se ha beneficiado grandemente de ella”.
“Dado lo único de su llamado, Europa también tiene una responsabilidad única en el mundo. Antes que nada, no debe rendirse ante sí misma. El continente que demográficamente está envejeciendo, no debe volverse viejo de espíritu. Además, Europa crecerá más segura de sí si acepta la responsabilidad en el mundo que corresponde a su singular tradición intelectual, sus extraordinarios recursos y su gran poder económico”, continuó.