LIMA,
El 30 de Agosto a las 12 del día, hora local, los peruanos se consagrarán a la Virgen María con ocasión de la clausura del Congreso Eucarístico Nacional que clausurará el Secretario de Estado, Cardenal Tarcisio Bertone, en el frontis de la Catedral de Chimbote (norte del Perú).
La oración oficial de consagración, que hace referencia al particular momento que vive Perú tras el sismo que dejó más de 500 muertos y cerca de 100 000 damnificados, ha sido difundida por el Apostolado del Rosario en Familia:
Hoy, María, se vuelven hacia ti
los ojos de los hermanos de Jesús,
Hijo Único del Padre Eterno,
y de ti, siempre Virgen.
En esta hora de gracia y bendición para el Perú,
deseamos reafirmar nuestra fe en Cristo,
Camino, Verdad y Vida,
cuya Palabra queremos acoger en nuestro corazón
como Tú la acogiste,
renovándonos por la Eucaristía.
Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera,
rogándote que nos acompañes en nuestro compromiso.
Santa María, sabemos que el camino es arduo;
esta tierra gloriosa, cuna de santos,
se ve ahora afligida por la violencia y la muerte,
por la pobreza y la injusticia.
¡Madre de la Iglesia, ilumina al Pueblo de Perú
por los caminos de la fe, la esperanza y la caridad!
¡Ayúdanos a vivir el compromiso de nuestra consagración
en favor de todo el pueblo peruano, de nuestra costa, sierra y selva.
Conforta al que está triste y deprimido,
al que no tiene familia, ni seres queridos, ni amigos.
Despierta las conciencias de todos nosotros
para poder responder a las necesidades de los demás,
con justicia, misericordia y amor.
Enséñanos a renunciar a nuestras ambiciones egoístas
para buscar con generosidad lo que sea útil a nuestros hermanos.
María, mujer de corazón, queremos ser como tú,
buenos y sencillos, aún cuando nuestro ánimo está abrumado
por las preocupaciones y dificultades.
En tus manos, oh Virgen, ponemos
las esperanzas y las fatigas,
las alegrías y las tristezas de las familias
que viven en esta tierra que Tú tanto quieres.
María, madre atenta y diligente,
no permitas que nuestros hijos,
confundidos por tantos peligros,
se olvidan de Jesús.
Que los jóvenes del Perú busquen la voluntad de Dios en su vida
y construyan un futuro radiante de esperanza para todos.
Sabemos que Tú cuidas a nuestros niños, a los jóvenes,
a los ancianos, a todas las familias y comunidades; a los que trabajan
por la dignidad humana y por la vida: a nuestros gobernantes
y a los constructores de la sociedad.
Consoladora de los afligidos, se sufre en esta nación,
donde los hombres suspiran por un orden social,
un progreso y un equilibrio cada vez más humano en la libertad:
por encontrar la paz, fundada en la verdad,
edificada en la justicia y vivificada por el amor.
Madre de la Iglesia y Madre nuestra, María,
tenemos en nuestras manos
todo lo que un pueblo es capaz de ofrecerte:
la inocencia de los niños,
la generosidad y el entusiasmo de los jóvenes,
los afectos más auténticos cultivados en las familias,
la ilusión de los trabajadores,
los temores de los desocupados,
la soledad de los ancianos,
la angustia de quien busca el sentido verdadero de la existencia,
el arrepentimiento sincero de quien se ha extraviado en el pecado.
Por eso queremos ofrendar a Ti todo el Pueblo de Dios
que peregrina en el Perú y ponernos cerca de tu Corazón Inmaculado de Madre,
para que sigamos siendo valientes testigos de la verdad,
defensores de la dignidad de nuestros hermanos, y
constructores de la unidad.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
Queremos vivir para Cristo.
Amén.
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