VATICANO,
En la Audiencia General celebrada esta mañana en Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI retomó su reflexión en torno a uno de los Padres de la Iglesia, San Basilio, Obispo en el siglo IV de lo que es ahora Turquía, quien destaca la importancia de tomar de la cultura elementos en donde se atisbe la verdad de las cosas, y la necesidad que tienen los jóvenes de vivir la virtud, centrados en Cristo.
“Basilio se interesó naturalmente también en aquella porción elegida del Pueblo de Dios que son lo jóvenes, el futuro de la sociedad. A ellos les dirigió un discurso sobre el modo de sacar algún provecho de la cultura pagana de ese tiempo. Con mucho equilibrio y apertura, él reconoce que en la literatura clásica, griega y latina, se encuentran ejemplos de virtud”, explicó el Santo Padre.
El Pontífice indicó que para San Basilio, “estos ejemplos de vida recta puede ser útiles para los jóvenes cristianos en búsqueda de la verdad, del recto modo de vivir (cfr Ad Adolescentes 3). Por lo tanto, hace falta tomar los textos de los autores clásicos en cuanto sean convenientes y conformes a la verdad. Así con una lectura crítica y abierta –se trata de hecho de un verdadero y propio ‘discernimiento’– los jóvenes crecen en la libertad”.
“Basilio, sobre todo, recomienda a los jóvenes crecer en la virtud, en el recto modo de vivir: ‘Mientras los otros bienes... pasan de esto a aquello como en el juego de los dados, la virtud es un bien inalienable y permanece durante la vida y después de la muerte’ (Ad Adolescentes 5)”, dijo el Papa.
Benedicto XVI también resaltó que San Basilio “nos revela que el Espíritu anima a la Iglesia, la llena de sus dones, la hace santa. La luz espléndida del misterio divino recae sobre el hombre, imagen de Dios, y ensalza su dignidad. Mirando a Cristo, se comprende plenamente la dignidad del hombre. Basilio exclama ‘¡(hombre) date cuenta de tu grandeza considerando el precio pagado por ti: el precio de tu rescate, y comprende tu dignidad¡’”.
“En particular, el cristiano, viviendo en conformidad con el Evangelio, reconoce que los hombres son todos hermanos entre sí, que la vida es una administración de los bienes recibidos por Dios, por los que cada uno es responsable frente a los otros, y que el rico debe ser como un ‘ejecutor de las órdenes de Dios benefactor’”, prosiguió el Papa.